No es necesario hacer tan famoso al compañero José Antonio
Griñán. Él solo es capaz de ponerse el bañador y tirarse desde el trampolín de
algún programa veraniego vinculado a famosos y piscinas.
El señor Griñán sabe que será imputado por Mercedes Ayala.
Incluso se ha publicado lo que, en mi opinión, ya sería delito además de la
trama corrupta de los ERE andaluces. Mi compañero socialista ha tenido la templanza
y desvergüenza necesaria de manifestar que la jueza irá a por él como si de una
cuestión personal se tratara.
Lo que para muchos es hoy un desplante a Alfredo Pérez
Rubalcaba y un echar para delante en lo que gran parte de los militantes
socialistas valora erróneamente como un ataque al aparato federal, es para mí cobardía.
Un acto de escaso valor propio de alguien que será supuestamente puesto a
disposición judicial por la magistrada que retiró a Lopera del deporte del
balón.
Griñán miente cuando dice que el Eregate no ha tenido nada que ver en su decisión. El caso de los
ERE andaluces es la única razón por la que el todavía actual presidente de la Junta de Andalucía está
preparando su salida de la política.
El siguiente paso podría ser dimitir de su cargo con el
noble cometido de modificar de antemano los titulares de los periódicos el día
en que se le impute, -que se le imputará-, como acusado en esta turbia trama. Y
es que es diferente imputar al presidente de la Junta de Andalucía que al
ciudadano Griñán.
Lo que de cualquier manera está muy claro, señor
presidente, es que esto no era cosa de cuatro hampones de esos que salen a
patadas entre las piedras. Imagino que ya andaremos por los cien imputados y me
pregunto quién será en ciento uno. Otto Von Bismarck está muerto. Por lo tanto,
él no puede ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario