martes, 9 de julio de 2013

Un camino por mis noches



Creo que hasta hace pocos días, nunca he paseado por el mero hecho de hacerlo. Vagar sin destino o caminar sin previamente haber diseñado una función es una práctica que no he podido entender. Solo camino por mis noches.

Las noches me activan y, durante mucho tiempo, me acostumbré a mantener un sistema de alerta nocturno que yo mismo me he justificado como una necesidad terapéutica que me ayudaba a sobreponerme de recuerdos pasados.

Inerte y, desde la misma cama, corría por mi pasado y recordaba marcados instantes que, a modo de nítidas imágenes con su propia banda sonora, cuadriculaba y programaba en sistemas de bloques a los que me era más fácil enfrentarme.

Con suerte y después de aplicar mil lecturas referentes a estrategias en la lucha de guerrillas, me debilitaba como mi propio enemigo que era y ya solo quedaba empezar a  preparar la guardia de la noche siguiente.

Sigo viviendo y  cada día me considero un poquito más cobarde. A veces trato de ponerme en la piel de los protagonistas del momento y me pregunto cómo serán capaces de superar los fantasmas que, sin duda alguna, les amenazan. Mi experiencia me dice que, con el paso del tiempo los miedos se agravan y la madurez no es fruto nada más que de una manifestación de debilidad cuando hablamos del interior de nuestra alma.

Frank Sinatra necesitaba del whisky para pasar las noches. Warhol las vivía como la única mitad de su vida consciente. Dudo que Poe viera la luz del día en algún momento.  Sin embargo, al único que de verdad siempre he entendido es a Milton. Emuló a Homero de día sin llegar a entender la relación entre la noche y los sueños.

Un día más y una noche menos.

1 comentario: