Estamos en una época en la que ocupar cargos políticos de responsabilidad ha dejado de ser una salida a la cantidad de indigentes mentales que en su día encontraron una manera vivir del cuento y se avecinan momentos interesantes, donde al pueblo, no le queda otra que afrontar los siguientes comicios con la decisión de abolir la parte del sistema que esta formado por corruptos en todos los bandos.
Vuelva a ser la hora de empezar con los cimientos de algo que ilusione a la ciudadanía. Ese punto de retorno a la esperanza que el pueblo necesita y que le fue robada por cientos de delincuentes de tres al cuarto que vivieron bajo la protección del azul y el rojo que marca la tendencia de los principales partidos políticos.
No quedan ganas de hablar de Bárcenas como una de las más de mil causas abiertas contra políticos que en los últimos años han saqueado a la gente de la calle y han terminado con las perspectivas de futuro de millones de españoles.
Hay que acertar e ir anticipando decisiones sobre que o quien dirigirá el buque que nos hará desembarcar en un paraíso de transparentes aguas y preciosos atardeceres o por el contrario nos hará naufragar una vez más, chocando contra ese iceberg que la corrupción que acompaña a la crisis nos pone delante una y otra vez.
Para mí es más fácil criticar a la derecha con la que podría llegar a compartir menos ideas en la forma de obrar. No obstante siempre preferiré mirar dentro de lo mío y así intentar hacer entender que si sabemos hacer un buen trabajo y nos preocupamos de los deberes en el día a día, una izquierda moderna con unas políticas económicas actuales podrían ayudar a sacar al país de esta crítica situación en la que nos encontramos.
Gurtel y la derecha, la sombra de Griñán sobre la corrupción andaluza, desamortizados políticos como Chacón, irregularidades y manejos de Gómez en Madrid, Barcelona, Galicia y los políticos valencianos como ejemplo, dan al traste cada día con los esfuerzos de los españoles y ocultan las virtudes de un país que siempre ha sido el mejor. Cada vez más desigualdad y menos ayudas sociales, más sueldos para unos y atentados a la dignidad que aumentan las diferencias de clase.
Dentro de la derecha o la izquierda, los españoles nos situamos más arriba o más abajo. Ideales, maneras de ver las cosas, propuestas diferentes y encontradas podrían dar lugar a un diálogo que entre todos pudiera consensuar esa salida hacia el frente.
No necesitamos un partido socialista lleno de absurdos compañeros que se toman la política como si de un juego de rol se tratara pensando que la psicología es un arma válida para hacer política, ni tampoco son válidos esos perfectos siempre así, de polo rosa que no diferencian entre personas, animales o cosas.
España necesita experiencia, consenso y sobre todo la inteligencia de gente que con la vocación por bandera se deje la vida en entender que es el responsable de cada uno de nosotros. Para todo ello este que escribe, sigue pensando en Alfredo Pérez Rubalcaba.
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