Bergoglio podrá ser el Papa más cochambroso de la
historia pero Fernando Sánchez Dragó es con toda probabilidad el ser más
gilipollas que ha parido madre.
La lectura es una herramienta fundamental para el
crecimiento personal del individuo. Fomenta la capacidad de razonar sobre
teorías que más tarde nos habilitan para la práctica y supone una de las
mayores fuentes del placer para el ser humano.
Compatibilizar y alternar las Letras con las Ciencias,
siendo éstas las dos ramas principales del conocimiento humano, es vital para
que el intelecto del individuo no quede gravemente descompensado.
Podríamos entender que el estudio de las Letras como
conocimiento en Humanidades y Filosofía, entrenaría a la persona en las
habilidades sociales y habría suavizado, a través del tiempo con la inexorable
ayuda de la evolución, la capacidad de relación entre nosotros.
Fernando Sánchez Dragó no tiene un gran perfil académico.
Es un simple licenciado en Filología Románica o lo que es lo mismo, especialista
en hábitos que dependieron en su día de un vulgar latín en decadencia. Además,
por si fuera poco, es especialista en la parte italiana y más decadente de
todas. A partir de ahí, poco más que se puede destacar de este individuo.
En su favor hay que decir que el estudio de memeces
siempre tiene un coste a largo plazo. Este coste crece exponencialmente en el
momento que la prepotencia nos hace creernos que somos más de lo que realmente
nunca podemos llegar a ser y además tenemos alguna enfermedad mental pendiente
de diagnosticar.
Desconozco si Sánchez Dragó reúne todas esas
características pero, desde el interés que tengo en el bienestar de la Tercera Edad que representan
nuestros abuelos y ya que considero a este novelista un anciano, quiero pedir a
la parte intelectual y capacitada de la sociedad que no tenga en cuenta las
barbaridades con las que nos sorprende.
Incluso cuando tratamos con violadores, pederastas o
simples delincuentes habituales, ofrecemos la defensa jurídica legal con el fin
de hacer la mejor justicia. En el caso del hipócrita ensayista, el eximente
podría ser perfectamente la demencia senil o mitomanía como patología casi ya
reconocida por la comunidad científica.
Su confesada pederastia que le concibe como un ser
repugnante siempre irá acompañada de ese afán por defender la ingesta de
alcohol y de peligrosos fármacos para un uso puramente alucinógeno y por todo
esto a sus ya casi ochenta años no nos debe de extrañar la ineptitud que este
consentido vocero demuestra desde el oportunismo radical.
No creo en Dios y no reconozco ninguna forma de
negocio amparada por la
Iglesia. No obstante, todos convivimos y el respeto al igual
que la lectura es una herramienta para conseguir una sociedad mejor.
Bergoglio podrá ser el Papa más cochambroso de la historia
pero Fernando Sánchez Dragó es con toda probabilidad el ser más gilipollas que
ha parido madre.
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