miércoles, 25 de septiembre de 2013

Fernando Sánchez Dragó



Bergoglio podrá ser el Papa más cochambroso de la historia pero Fernando Sánchez Dragó es con toda probabilidad el ser más gilipollas que ha parido madre.

La lectura es una herramienta fundamental para el crecimiento personal del individuo. Fomenta la capacidad de razonar sobre teorías que más tarde nos habilitan para la práctica y supone una de las mayores fuentes del placer para el ser humano.

Compatibilizar y alternar las Letras con las Ciencias, siendo éstas las dos ramas principales del conocimiento humano, es vital para que el intelecto del individuo no quede gravemente descompensado.

Podríamos entender que el estudio de las Letras como conocimiento en Humanidades y Filosofía, entrenaría a la persona en las habilidades sociales y habría suavizado, a través del tiempo con la inexorable ayuda de la evolución, la capacidad de relación entre nosotros.

Fernando Sánchez Dragó no tiene un gran perfil académico. Es un simple licenciado en Filología Románica o lo que es lo mismo, especialista en hábitos que dependieron en su día de un vulgar latín en decadencia. Además, por si fuera poco, es especialista en la parte italiana y más decadente de todas. A partir de ahí, poco más que se puede destacar de este individuo.

En su favor hay que decir que el estudio de memeces siempre tiene un coste a largo plazo. Este coste crece exponencialmente en el momento que la prepotencia nos hace creernos que somos más de lo que realmente nunca podemos llegar a ser y además tenemos alguna enfermedad mental pendiente de diagnosticar.

Desconozco si Sánchez Dragó reúne todas esas características pero, desde el interés que tengo en el bienestar de la Tercera Edad que representan nuestros abuelos y ya que considero a este novelista un anciano, quiero pedir a la parte intelectual y capacitada de la sociedad que no tenga en cuenta las barbaridades con las que nos sorprende.

Incluso cuando tratamos con violadores, pederastas o simples delincuentes habituales, ofrecemos la defensa jurídica legal con el fin de hacer la mejor justicia. En el caso del hipócrita ensayista, el eximente podría ser perfectamente la demencia senil o mitomanía como patología casi ya reconocida por la comunidad científica.

Su confesada pederastia que le concibe como un ser repugnante siempre irá acompañada de ese afán por defender la ingesta de alcohol y de peligrosos fármacos para un uso puramente alucinógeno y por todo esto a sus ya casi ochenta años no nos debe de extrañar la ineptitud que este consentido vocero demuestra desde el oportunismo radical.

No creo en Dios y no reconozco ninguna forma de negocio amparada por la Iglesia. No obstante, todos convivimos y el respeto al igual que la lectura es una herramienta para conseguir una sociedad mejor.

Bergoglio podrá ser el Papa más cochambroso de la historia pero Fernando Sánchez Dragó es con toda probabilidad el ser más gilipollas que ha parido madre.

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