El ser humano
aprende de forma pasiva, descubriendo los conceptos y relacionándose para
asimilar y ordenar su mente. Memorizamos esos mismos contenidos que comparamos
con los previos para buscar signos de coherencia. Observamos al modelo que
tenemos frente a nosotros y adquirimos nuevos comportamientos en un proceso que
desatamos cuando se nos ofrece lo que podría ser una solución como conclusión o
un simple incentivo.
Los
parámetros que definen el aprendizaje son sencillos, pero lo verdaderamente
complicado es la capacidad que cada uno tiene para poner en marcha esa simple
teoría. El que exista un concreto y tipificado proceso de aprendizaje no
significa que todos nos regulemos por el mismo. El cerebro es tan complicado
que, cuando nacemos y no tenemos capacidad de expresión, es cuando más información
somos capaces de acaparar y por el contrario es cuando tenemos más experiencia,
el momento en el cual somos incapaces de tomar las decisiones que incluso nos
llevarían a las felices épocas de bienestar.
No somos
iguales. La inteligencia y la sensibilidad son dos factores que van
estrechamente ligados e incluso se pueden medir. ¿Por qué mi sensibilidad a la
música es diferente a la de cualquier otra? ¿Por qué la capacidad espacial es
una característica extrema en algunas personas? ¿Por qué soy incapaz de jugar
medianamente bien al pádel? Habilidades kinestésicas enfrentadas a la deducción
o la efectividad del lenguaje en cualquiera de sus formas nos hacen diferentes
unos de otros.
Hoy leí una
frase en la que ponía que, la mejor persona se cansa de mover montañas por
quien no mueve por ella ni una sola piedra y entonces comprendí que no debería
de haber luchado por tantas cosas en la vida, porque a veces demostrar la más
absoluta indiferencia o incluso llegar a humillar a quien tengas al lado es lo
que te hace ser más valorado.
En
definitiva, no somos iguales y por tanto no asimilamos de la misma manera ningún
proceso. Pero lo que sí está claro es que la evolución todavía no ha conseguido
que nuestra inteligencia emocional este a la altura de la cognitiva.
Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en
él.
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