lunes, 9 de septiembre de 2013

Si a la Guerra

Decenas de políticos y periodistas famosos se oponen al ataque militar sobre Siria. No somos mejor persona por estar a favor de lo lógico cuando no conocemos los argumentos que hacen que la razón sea contraria a lo que en un principio parece ser.
 
Lógica y razón van de la mano cuando la sociedad funciona como un ente pacifista y defensor de los derechos humanos. Las consecuencias que genera un bombardeo en un territorio repercuten con saldos negativos en la solución de casi cualquier conflicto y al final, siempre será mejor tomar ejemplo de aquellos hititas que extendieron su influencia por el actual territorio sirio firmando con Ramses II, lo que podría ser el primer acuerdo de paz de la historia de la humanidad.

Desde cualquier principio de posicionamiento dentro del no a la guerra, me gustaría resaltar las diferencias entre lo que es por definición una guerra y compararlo con el terrorismo.
Una guerra es por todos entendida como un conflicto armado. Hay que añadir que lo normal sería pensar que una guerra existe tras una declaración de la misma entre países con fronteras o coaliciones que formarían las potencias en lucha. Este tipo de conflicto siempre es apoyado por el pueblo. Y digo es apoyado porque nadie tiene la opción de elegir y solo queda estar ahí, en silencio. Véase al inocente pueblo alemán como conspirador de un genocidio. 
Podríamos pensar que hay varios pasos desde la definición de guerra hasta lo que, nada tiene que ver con ella y que la sociedad informa como terrorismo. 

El terrorismo es la violencia que desata en mayor o menor medida un grupo armado que reivindica ideas fuera del contexto legal y que se apoya en la imposibilidad de la identificación de sus miembros. 

No todos los políticos y periodistas disponen de la mínima preparación para valorar esa gran diferencia y mucho menos entrar en el profundo debate donde podrían cambiar su idea en lo que respecta a la versión cerrada que mantienen del no a la guerra. 

El terrorismo de Estado es la mayor y aberrante locura que un mandatario puede hacer sobre su pueblo. El ataque inesperado sobre indefensos ciudadanos llevado a cabo desde los colores de cualquier bandera representante de  una dictadura es lo que no se puede permitir.

Hablamos de terrorismo de Estado como algo que tiene que ser combatido desde cualquier organización o país democrático y para ello, hay que buscar la manera más inteligente. Esa forma debe generar un daño menor a la sociedad que el mantenimiento de los regímenes totalitarios al estilo del de Bashar Al Assad en la antigua Aram.
Ahora podemos seguir llamándola guerra.

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