viernes, 12 de abril de 2013

Jordi Évole, Pau Montserrat, Dios y YO.



Cuando me relaciono con tardos y mentecatos, me siento más cerca de Dios.

Desde varios sectores me acusan de ser una persona prepotente y no me importa en absoluto por dos razones. La primera se basa en que las fuentes de donde se desprenden estos dimes y diretes son el entorno incompetente y cobarde del conjunto de políticos que se supone son lo que yo podría representar como ideal. Esconden sus palabras tras el muro que habilita el bulo y lo hace invisible, eliminando la opción de la defensa. El inútil de turno que me promociona suele ser el mandatario, o mejor dicho, el creído mandamás del conjunto del rebaño al que me refiero en cuestión.

Es curioso que una persona de mis características sea calificada de esta forma. La condición de prepotente debería ir acompañada de mando en plaza, porque de no ser así, mi persona debería ser tratada más en los términos que describen la altanería o, incluso, de soberbio o grotesco en el trato. Pero a mí me pasa también que, cuando me alejo de las novelas de Estefanía, mi vocabulario pierde la riqueza y la densidad que normalmente demuestro.

Solemos llevar razón cuando acusamos, criticamos o por el contrario ensalzamos a una persona y lo hacemos frente al propio sujeto en cuestión. Está por la primera vez que alguno de estos mamarrachos se suba en una banqueta, reforzada previamente, para conseguir poner sus ojos a la altura de los míos y después me apostrofe de seguido todo lo que yo gustoso escucharía. ¿Prepotencia? Es decir, que ante la imposibilidad de radiar tal evento, solo creo que el miedo y la cobardía esconden una  vez más la sinrazón solo equiparable a la del más displicente de los mortales.

Me ha hecho mucha gracia el como yo prepotente, aunque no como yo tan inteligente, Jordi Évole cuando le veo bregando con Wert. Pues claro que Jordi hace preguntas trampa y claro que juega con la ventaja que esa unión y la distancia mental entre oponentes le habilita y procura.

Estoy seguro de que cuando Jordi se va a ver a los tardos mentecatos, se deja la humildad en casa. Así se lo pasa mucho mejor.

Ten cuidado Jordi. La humildad puede llegar a convertirse en un vicio. 

¿Puedo saludar? Saludo a mi amigo Pau Montserrat. Junto con Dios, somos cuatro prepotentes de cojones y vamos por la vida demostrándolo. ¡Cómo debe de ser ! Un abrazo troncos.



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