jueves, 8 de octubre de 2020

¡Un espectáculo!



Todos los medios se hacen eco de la decisión con la que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, ha tumbado al Gobierno. ¡Un espectáculo!

Un espectáculo, porque independientemente del porqué de esta resolución y más allá de la vinculación de cualquier artículo a esta o aquella ley en la que se hayan basado, no he visto ninguna reflexión sobre el verdadero significado, ni comentarios sobre la repercusión que tendría que tener la mencionada decisión en la triste, melancólica y sobre todo, subyugada o sometida sociedad, llámenla como ustedes quieren.

¿Qué hace el gobierno? No debería de sorprendernos las declaraciones del Vicepresidente Segundo, atención al título, en las que, una vez acusado de tres delitos con agravante de género, responde incriminando a la Audiencia Nacional y a García Castellón en un delito de prevaricación. Pero mucho me sorprende que la Administración Central de una nación como la nuestra, España, no conozca la diferencia entre una decisión jurídicamente respaldada y una anticonstitucional.

Encerrar a la población sin base jurídica debería de ser tipificado como delito y debería de tener consecuencias penales. Pero yendo un poco más allá y valorando que un gobierno por el hecho de serlo tiene las herramientas para hacer lo que quiera con el ciudadano sometido, me pregunto si más que un hecho delictivo, podríamos estar hablando de una negligencia debido al desconocimiento que en cuestiónes jurídicas alberga el conjunto de ministros que nos gobierna.

Ayer no podíamos salir de nuestra localidad, hoy nos iban a poner multas por hacerlo y en diez minutos nada es válido y todo ha quedado en nada. ¡Un espectáculo!

2020 podría haber sido el peor año en mucho tiempo, pero ha sido todavía más malo. La totalidad de la comunidad científica internacional compara a Sánchez y los suyos con los payasos que forman parte de cualquier circo de zíngaros, de esos itinerantes. Tildan de espectáculo, la clase, la moral, el saber hacer y sobre todo la responsabilidad que han demostrado en un proceso que ha llevado a nuestro país a ser el hazmerreír mundial, siendo estadísticamente el peor en datos de coronavirus. Más contagios, más muertos y sobre todo, esperando que se me entienda, más tontos.

Enero, febrero, marzo abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre y octubre. Diez meses, trescientos días y muchas horas perdidas, en las que el peor gobierno en uno de los mejores momentos para la proetarra e independentista izquierda radical que atenta permanentemente contra la corona, el estado de derecho y la democracia, no han tenido tiempo de hacer una modificación jurídica que ampare las decisiones con las que pretenden privar de los derechos fundamentales a los ciudadanos. ¡Hay que ser tonto!

Piensen ustedes en esto que les estoy contando. Hagan sus reflexiones y sean de izquierdas o de derechas, valoren y pongan nota a este gobierno o al menos a este tipo de decisiones. Pero piensen en esos que se han quedado en el camino y que podrían seguir entre nosotros. Se puede luchar contra cualquier cosa, la historia lo ha demostrado. Lo que es imposible y también ha quedado demostrado, es que no se puede luchar contra los tontos. Lo que si se puede es quedarse boquiabiertos ante el espectáculo que nos ofrecen. Mi más sentido pésame para todos aquellos que han perdido a sus seres queridos, pero esto no ha hecho nada más que empezar. ¡Un espectáculo!

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario