miércoles, 15 de noviembre de 2017

¡Hago lo que Quiero!

Escucho en la COPE, que Isabel Sartorius y Cesar hacen oficial su relación. ¡Bastantes cojones me importa! Pero me quedo con un detalle. La intelectual de turno que cuenta la supuesta noticia, añade que ella, refiriéndose a la novia, está muy delgada y por tanto muy guapa.  ¿Se puede ser más gilipollas? ¿No se puede ser gorda y guapa? La respuesta es un doble no, porque todo son parámetros establecidos.

¿Cuántas cosas hacemos por obligación? Sobra ennumerarlas. Tengo que dormir, comer y juntarme con mis amigos para tomarme una cerveza. Me obligo a ver cualquier programa de televisión y por supuesto tengo que generar cien reuniones de trabajo y atender un montón de obligaciones.

Muchos de los quehaceres son voluntarios y se hacen de buen grado. Otros en cambio, vienen dados por obligaciones adquiridas, que no se  aproximan nada a nuestros verdaderos deseos. 

El ser humano es tan sumamente absurdo, que en su gran mayoría y diga lo que diga, quien lo diga, vive para cubrir un expediente, artificial en la mayoría de los casos y que sistemáticamente le aparta de la verdadera felicidad.

La sociedad  nos marca la forma de vida. Tengo que comer sin hambre o en mi caso, lo que es todavía peor, tengo que dejar de comer con hambre. La hora del aperitivo es la estipulada y tengo que ir a dormir cuando anochece, como si fueramos autómatas rigurosamente adaptados a un sistema de medida y funcionamiento del que es imposible salir.

Después de casi 50 días, en los que he comido mínimamente los últimos cuatro o cinco, he demostrado que es mentira la creencia de que si no como me muero. He puesto en tela de juicio esa afirmación que hacen a los donantes de sangre, que dice que tienes que ir bien comido, para evitar caerte redondo. Me sacaron medio litro de sangre, después de 37 días de ayuno total. He demostrado que no necesito medicación para trasladar mi presión arterial de 170/110 a 110/70 y así sucesivamente he conseguido cambiar una realidad que no es tal, a parámetros verdaderos, probados y al alcance de cualquiera.

Soy capaz de hacer lo que quiero y de renunciar a cualquier cosa, por muy arraigada que esté a mi vida. Dejar de fumar, de beber o incluso de comer. Puedo renunciar a las emociones o multiplicarlas por diez.  Puedo ser autónomo o crearme las necesidades que quiera.  ¡Hoy lo tengo claro! ¿Quién da más?


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