viernes, 13 de enero de 2017

Aberración

... instada a tener relaciones sexuales con la promesa de una pronta liberación; obligada a desvestirme, acariciada en los pechos y amenazada de recibir las visitas nocturnas del interrogador; golpes de electricidad en la espalda, vagina y ano; uñas de las manos y pies fueron arrancadas; golpeada en varias ocasiones con bastones de plástico y con culatas de rifles en el cuello; simulacro de fusilamiento, no me mataron pero debí escuchar como las balas silbaban a mi alrededor; obligada a tomar e ingerir medicinas; inyectada en la vena con pentotal, bajo la advertencia que sería hipnotizada como único medio de declarar la verdad; colocada en el suelo con las piernas abiertas, ratones y arañas fueron introducidas en la vagina y ano, sentía que era mordida, despertaba en mi propia sangre; se obligó a dos médicos prisioneros a sostener relaciones sexuales conmigo, ambos se negaron, los tres fuimos golpeados simultáneamente; conducida a lugares donde era violada incontables y repetidas veces, ocasiones en que debía tragarme el semen o era rociada con sus eyaculaciones en la cara o resto del cuerpo; obligada a comer excrementos mientras era golpeada y pateada en el cuello, cabeza y cintura; recibí innumerables golpes de electricidad... 

INFORME DE LA COMISIÓN NACIONAL SOBRE PRISIÓN POLÍTICA Y TORTURA, Y RESPUESTAS INSTITUCIONALES (Chile 2005)

Por unas cosas u otras, estoy acostumbrado a leer textos que harían vomitar a cualquiera. Y aunque uno se cree que después de asistir a ciertos informes en los que se describen con el mayor detalle, las torturas que la increíble mente del ser humano puede llegar a realizar, hay días que un simple artículo en El Mundo, puede hacer que se te vuelva a retorcer el alma.

¿Sabemos que una de cada veinte mujeres europeas ha sido violada? Es estremecedor pensar que cada ocho horas se produce un delito de este tipo en España y que la mayoría se dan en Cataluña. Así también, hay que conocer el dato que dice, que ocho de cada diez agresiones sexuales provienen del entorno cercano a la víctima.

Ahora traslademos este tema a las universidades españolas. Y lo primero que hay que hacer, es leer el artículo del El Mundo, que Borja Rodrigo nos ha dejado a través de un estudio que arroja algunos datos.

El 62 % de los alumnos admite ha sido víctima o testigo de situaciones de violencia machista. Y lo más increíble de todo, que deja al personal docente al nivel más rastrero que nos podamos imaginar, es que en uno de cada cuatro casos son ellos quien según escribe Borja, perpetran estos abusos.

La Universidad Española es un Cortijo donde solo funciona el Enchufe y el Nepotismo.

Esa frase no es mía, pero creo que somos muchos los que tenemos ese sentimiento y más después de ver lo que se está haciendo con las mujeres en el entorno de las universidades españolas.

De todos es conocido que no tenemos ninguna universidad entre las 100 mejores del mundo y solo una entre las primeras 200. Según Enric Canela, vicerrector de Política Científica de la Universidad de Barcelona, esto es atribuible a un único problema de recursos económicos.

Por otra parte, los escándalos universitarios están a la orden del día y así tenemos a catedráticos condenados por abusos sexuales, véase el caso de Santiago Romero en la Universidad de Sevilla o sin ir más lejos y en otro ámbito, al mismísimo Fernando Suarez, Rector de la Universidad Juan Carlos I, acusado de reproducir textos como propios, sin citar las fuentes, lo que supone un delito de plagio, mucho más grave de lo que al profano le pueda parecer.


Con todo esto, no trato ni mucho menos de cuestionar la capacidad de nadie y quizás todo sea culpa de la clase política, pero si hemos sido capaces de conseguir tener la mejor policía del mundo, los mejores científicos y muchos de los más famosos deportistas ¿Quién nos dice que nuestros docentes no sean también los mejores? A lo mejor solo se trata de aplicar el porcentaje del que se habla y decir que la cuarta parte de la población española está compuesta, por verdaderos hijos de puta. Aunque a mí ese número se me hace demasiado corto.

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