Brasil mereció perder el partido inaugural del campeonato del mundo del que es anfitrión. Es curioso como en un simple enfrentamiento entre dos equipos del “noble” arte del balompié nos puede servir como patrón para lo que podría ser un ensayo filosófico de lo que somos en sí mismo la especie humana y de la importancia que tienen los intereses económicos por encima de cualquier otra cosa.
Fútbol es fútbol, el fútbol como opio del pueblo o yendo más lejos todavía podríamos recordar a Borges para describir este deporte como un deporte popular justificado por la popular estupidez que, alberga según él en la mayoría de los hombres.
Podría afirmar que, aunque cada día con menos interés, sigo de cerca los logros y fracasos de los equipos de Madrid y sobre todo me alegran mucho las derrotas del Barcelona. Reúno suficientes condiciones para entrar dentro del conjunto de estúpidos definido por Bernardo Haedo. Pero hoy me siento más tonto si cabe al sentirme totalmente estafado por Nishimura, un feo y enjuto árbitro japonés que debería de ser expulsado a perpetuidad de la adjudicatura deportiva y de alguna manera pagar con sudor y lágrimas la ilusión de millones de personas que incluso pagan por ver un partido de fútbol, sean o no, croatas.
Analizando el entorno que rodea a lo sucedido ayer en el Arena Corinthians de San Pablo, no creo que debamos ser sorprendidos por nada.
Empecemos por Blatter diciendo que, a sus ochenta años ha sido acusado de todos los delitos posibles que se pueden generar en el entorno del deporte rey incluido el de soborno. Jamás trabajó en su vida y quien le conoce le define como putero enfermizo con un sueldo de más de dos millones de dólares anuales al que amparan cuatro poderosos amigos de otros mundos aún peores.
Rousself, Presidenta de la República Brasileña que está dejando con la boca abierta al mundo en su afán de vaciar las calles a porrazos. ¿No habrá otra manera de superar el qué dirán?
Nishimura, protagonista directo que debió de querer emular a otro de mismo nombre y Almirante de la Flota Imperial que, perdió todos los barcos en el estrecho de Suriagao ahora hace justo 70 años. Lo consiguió.
Y así sucesivamente podríamos recordar los ahora justos 20 años que celebran otra estafa protagonizada por Sándor Puhl, en la que favoreció a Italia por orden de la FIFA hasta el punto de no ver como Tasotti rompía de un codazo el tabique nasal a un jugador español. Más tarde este árbitro fue premiado por la FIFA con la dirección de la mismísima final entre Brasil e Italia y en la actualidad sigue cobrando de la UEFA.
Infinidad de anécdotas programadas están condenando este deporte donde los buenos no son tan buenos y donde los mejores de la historia están podridos hasta lo más profundo de su alma. Me voy corriendo que juega La Roja.
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