¿Por qué una parte de la clase política de este país se levanta cada día
con la intención de engañar al ciudadano? No es que me sorprenda la permanente
hipocresía que actualmente nos dirige, pero en ocasiones siento vergüenza ajena
del desprecio tan absoluto que demuestran ciertos políticos hacia la población
que les ha alzado a cargos de responsabilidad.
Se ha puesto de moda hacer pública la declaración de la renta. Es decir,
una vez más los dirigentes han montado una inútil pantomima para mirarse en el espejo
y justificar ante los parias que somos para ellos, su pobre estatus social que
les hace dignos de ser quiénes son y de estar en el lugar que están.
Un testaferro es una persona que, incluso a veces por una módica cantidad
-y hablo de cincuenta o cien euros por firma-, esconde, suplanta, encubre y
disfraza un delito económico en el nombre de la persona física o jurídica que
representa. Es la cabeza visible en un negocio fraudulento, la que recibe todos
los golpes sin tener nada que perder y la encargada de proteger al que después
presenta su impoluta declaración. En España, la figura del testaferro es legal.
La prensa nos ha presentado al testaferro de Urdangarín. Nos informó del
sueldo que cobraban los de Ruiz Mateos y conocemos a Iván Yáñez como persona
que apoderó los negocios de Bárcenas. El narcotráfico se nutre de esta figura y
en ocasiones han sido capaces hasta de gestionar testaferros virtuales. ¿De qué
sirve hacer pública la declaración de la renta? De nada. Absolutamente de nada.
Solo es una forma de burlarse del grueso de la población.
Cincuenta mil euros ganó el año pasado nuestro Presidente del Gobierno. Y
el año antes del gran error que le llevó a la Moncloa, superó, según los
datos que nos ha querido mostrar, los cuatrocientos mil. Definitivamente se
creen que somos gilipollas. Que cada uno saque sus conclusiones, pero yo quiero
ver las declaraciones de los testaferros de los políticos y de los empresarios.
Arturo Fernández, el presidente de los
empresarios madrileños y número dos de la CEOE, pagaba los sueldos con
dinero negro, mientras Rosell, ataca sistemáticamente a todo lo que se mueve
fuera de su salón. ¡Esto mola!
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