En España hay mucho indigente mental, llámense también políticos independentistas o sencillamente gilipollas de turno. La política valenciana está de capa caída y de esta guisa ha sido el Partido Socialista que encabeza Ximo Puig, al que no le recuerdo de ninguna universidad y que preside esa Comunidad, el que al menos, ha permitido la puesta en escena de una nueva publicación que como guía de lenguaje no sexista, se va a poner de moda entre los sanitarios valencianos.
Durante cientos de años nos hemos dedicado a procurar la extinción de cientos y cientos de animales que antes de tratar con nosotros, campaban a sus anchas por aquí o por allá. El dodo, vivió en Isla Mauricio hasta que en el S.XVII llegó algún valenciano que arrasó con él. Algo parecido le sucedió al Rinoceronte Lanudo, un relativamente pacífico bicho que corría por Asia hasta que los independentistas catalanes le confundieron con la materia prima necesaria para hacer veinte abrigos.
Así sucesivamente podríamos hablar de radicales, que parece, habiendo terminado con los dientes de sable, carpinteros imperiales, mamuts o focas monje, se han puesto como objetivo acabar con nuestra propia especie. Y es que cada día que estos engendros, salen a la luz por alguna noticia, nos podemos fácilmente percatar, que el ser humano español, está en un proceso de extinción irreversible.
A partir de este momento y segun la Generalitat Valenciana, no podemos emplear expresiones del tipo, mi médico habitual o muchos piensan, ya que la guía informativa recomienda que las cambiemos por otras similares, como acudir a mi consulta médica habitual o como mucha gente sabe. De esta manera eliminamos las palabras de género masculino tan clásicas y totalmente arraigadas entre nosotros.
Me pregunto una cosa. ¿Cómo me tengo que dirigir a esta gente del gobierno valenciano para decirles que me coman el rabo? ¿Y para comunicarles que estoy hasta los cojones de ellos? Es evidente y sonaría mal, cambiar rabo por raba y cojones por cojonas, así que que solo me quedará la palabra polla, como femenino y singular, para dirigirme a ellos de la única manera que se merecen. ¡Comerme la polla!
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