Apático e irreconocible, arrastrando su alma por el tapiz de color verde y sin una sola gota de sudor en su frente. Así, con una mirada perdida, oblicua, propia de un condenado a morir deambulaba el que algunos denominan el mejor jugador del mundo.
La falta de profesionalidad que demostró Leo Messi en el partido de su vergüenza esta fuera de ser compatible en medida alguna con las ingentes cantidades de dinero que percibe. Cerca de veinte millones de euros anuales tendrían que ser suficientes para avalar al menos, esfuerzo.
Dejé de preocuparme del fútbol como espectáculo el día que lo conocí por dentro. Es rara la vez que sigo con interés algún enfrentamiento. A veces algún clásico o una final como la que enfrento al Real Madrid y al Barcelona el miércoles pasado me inmovilizan diez minutos delante de una pantalla.
Tres goles, las carencias de los catalanes, la cabalgada de Bale ante la incapacidad física de un canterano culé que dio la victoria al Real Madrid, las cantadas, los aciertos y noventa millones mal invertidos, además de cualquier celebración en la Cíbeles quedaron eclipsados por Leo Messi.
Maracaná. El día 15 de Junio en Río de Janeiro se estrena la selección Argentina en la que con toda seguridad, Messi encabezará la alineación titular que se enfrentará a Bosnia y Herzegovina. Estoy completamente convencido que desde el primer minuto de ese partido, el pequeño argentino correrá como nunca en su vida y se dejará la vida si es necesario.
Ningún futbolista vale más que ninguna persona y esta afirmación se demostró en la final de la copa del rey de este año. Leo nos enseño que, la calidad técnica de cualquier profesional no vale nada sin el esfuerzo de la persona. Nos enseño que los mitos son ficción y que las personas, nunca pueden jugar a ser Dios. Pero sobretodo nos dio un discurso sobre intereses económicos en el mundo del deporte.
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