No estuve en esa carretera la noche del 28 de mayo de 2011.
Tampoco he presenciado el proceso en el que se juzgaba la implicación de
Ortega Cano en la muerte de Carlos Parra. Sin embargo, desde la distancia, creo
que hoy ha fallado la justicia.
Todos conocemos el oficio y la afición del cartagenero por
la tauromaquia y también le hemos visto en innumerables ocasiones bajo los
efectos de una de sus otras aficiones. Ortega Cano nos ha escenificando burdas
estampas bajo los efectos del alcohol que, en precisos momentos, a unos les
hacían reír y a otros nos hacían llorar. Ahí quedaba ese “estamos tan a gustito”
que tantos miles de visitas generó entre el sector más intelectual de la sociedad. Cuántas veces nos mostró rasgos de valentía que, mezclada con prepotencia
marcada con su sola presencia, denotaban una gran falta de humildad y de
humanidad.
El poder que da el dinero no se lleva muy bien con la
falta de conocimientos básicos para gestionar la persona que todos llevamos
dentro. Carlos Parra ha pagado con su vida los excesos de una persona que
estaba acostumbrada a que los demás costearan su falta de cordura. Así, y hasta la
fatídica noche de finales de mayo, la sociedad consentía los aberrantes
comportamientos que acompañaban los excesos negativos para el alma propia del
individuo que manejaban la personalidad, en este caso, de José Ortega Cano.
Un hombre que confunde la autosuficiencia del ser humano como logro personal, con la pasividad ante los sentimientos de los demás siendo capaz de engrandecer su ego a través de la falta de empatía, merecía haber
tenido un juicio que hubiera demostrado que tanto el matador de toros como la
sociedad nos habíamos equivocado.
Lo siento mucho por la familia de Carlos Parra.
Desgraciadamente, éste, sólo es uno más, de tantos y tantos de su especie que cobija este país, y a los que se protege sean las que sean sus fehorías...
ResponderEliminarNo hay motivo para no llamarle a las cosas por su nombre; España es un pais de panderetas,actualmrnte dirigido por unos fachas, en el que solamente se pueden emborrachar,sin perjuicios, los ricos y famosos no declarados de izquierdas.
ResponderEliminarSalud y justicia