¿Qué pasará con quienes no aporten valor? ¿Cómo creéis que afectará eso
a los periodistas? Estas son las dos preguntas que el Doctor en periodismo
y especialista en financiación terrorista Fernando
Hernández Valls, se hace o le hace a Daniel
Muñoz Guerrero después de leer su idea sobre el cambio que habrá a la hora
de analizar las audiencias futuras en relación al verdadero valor económico que
tendrán.
Después de pensar en que son dos
preguntas mal formuladas o en el mejor de los casos mal entendidas por mí y
respondiendo a Daniel, que el planteamiento que hace no tiene ningún futuro,
pues no se trata de valorar lo que realmente importa, como podemos pensar ya
que es más fácil contar presiones de botón que analizar el interés generado a través
de factores fáciles de tasar.
Vivimos en un mundo en el que los
gobiernos no terminan con el terrorismo por no generar paro. Un mundo en el que
se generan guerras por el necesario equilibrio económico basado en la
desigualdad, como algo que pocos más que yo se atreven a decir y pretendemos
perder el tiempo en analizar modelos que cuestan lo mismo que los procesos sin
análisis. ¿Me explico?
¿Tenemos una prueba de esto?
Muchas. La primera es la manera que tienen los medios de contratar a las nuevas
hornadas de periodistas que salen de las universidades. Una forma de contrato
que no admitiría ninguno de los digamos, consagrados, aunque sean malos. Una
forma en la cual no importa la profesionalidad ni la valía personal en lo que
se conoce como periodismo a destajo.
¡Te doy ochocientos euros al mes y me tienes que traer cinco exclusivas
diarias! ¡doscientas al mes! ¿Es creíble? Es la realidad que viven los nuevos
plumillas en los grandes despachos del fondo de las redacciones de muchos de
los conocidos medios digitales modernos.
Y no cabe la menor duda, de que
ese planteamiento es así porque funciona. Y funciona porque nuestro negocio son
los clicks. Funciona porque tenemos
que estar metiendo noticias cada cinco minutos en los llamados periódicos dinámicos, que no son ni
periódicos ni dinámicos, sino vendedores de sensaciones, máquinas de impactos o
meras tapaderas mafiosas que se venden al mejor postor, como mediocres
mercenarios. ¿Sabemos también de eso?
En definitiva, clicks y clicks y nada más que
clicks. Eso es lo que gobierna, lo que manda y mientras los directores de
los medios hagan su marketing en función de los tres, siete o cientos de miles
de clicks que han generado sus
noticias, no podrá ser de otra manera.
Se perdió el periodismo de la
calle. Aquel que tenía a un chaval cuatro días detrás de los motivos por lo que
se había producido un robo, aquel apuñalamiento o aquella dimisión. Se acabó
meterse hasta el fondo del calabozo de una comisaría para hablar con el
individuo que protagonizaba la noticia o conseguir subir al despacho del
rascacielos más alto para hablar con cualquier psicópata imbécil presidente de
una multinacional. ¿Por qué no había atentados los 24 de diciembre? Esa te
quedó en el tintero. Echo de menos aquellas llamadas diarias y lo bien que nos
lo pasábamos metiendo a gente en la cárcel sin ser jueces y destituyendo
políticos sin ser presidentes de ningún gobierno.
¡Quizás éramos dioses o solo superhéroes¡
Fuente: http://www.linkmesh.com |
No hay comentarios:
Publicar un comentario