O al menos eso es lo que piensa gran parte de la población
mundial, después de la áspera respuesta
que le dio a un francesito que se dirigió a él con el diminutivo
cariñoso de Manu.
En este caso, mi opinión está al lado de la derecha francesa
y más conociendo la diferencia entre la educación y los protocolos de nuestros
vecinos galos, comparados con los del resto.
-
¿Qué pasa, Manu?
-
"A mí me llamas señor presidente de la
República, o señor. Estás en una ceremonia y tienes que comportarte como es
debido. Hoy se canta La Marsellesa o El Canto de los Partisanos. Y haz las
cosas en orden. Si quieres hacer la revolución, gradúate primero y gánate la
vida, ¿vale? Entonces podrás ir dando lecciones a los demás".
La respuesta del insolente francés, no merecía menos. Y
suerte ha tenido su padre, ya que si en vez de Macron, se hubiera tratado de
Luis XV, él y sus los progenitores hubieran terminado en La Bastilla.
De cualquier manera hay que decir, que el elemento en cuestión,
ha conseguido más protagonismo como imbécil, que Diderot como erudito y pienso, que si esto hubiera ocurrido en Madrid,
seguramente que este mal educado y peludo adolescente, con cara de no hacer otra cosa que tocarse el
pito, pero capaz de hablar al presidente más joven de la historia de los galos
de esa forma, haría el verano de plató en plató, contando lo deprimido que se
encuentra, hasta el punto de que recibiría alguna ayuda del gobierno de turno
para paliar las secuelas, que la lección de Macron le habrían.
La sobreprotección del menor es un error y sin entrar a
debatir lo necesario o no del típico, clásico y manido cachete, nos estamos
dirigiendo hacia un callejón sin salida, en el que no habrá marcha atrás. Mis
hijos jamás me tuvieron el respeto que yo sigo teniendo a mi padre, al igual
que yo, no mantenía tanta distancia como mi padre o mi madre con sus respectivos
y así sucesivamente el concepto educación, ha ido decayendo desde hoy y pasando
por El Bien Amado, hasta llegar a los tiempos de Sargón El Grande.
¿Al final que hemos conseguido? No hace más que salir darse
un paseo por la calle, hablar con nuestros amigos, familiares y conocer
experiencias, incluidas las propias, para entender que vivimos un momento en el
que un hijo es capaz de meter a su padre en la cárcel, por el simple hecho de
haber sido regañado. Drogas, alcoholismo, absentismo y mucha fiesta , son
algunos de los principios en los que se basan los adolescentes para tirar sus
vidas al retrete.
Estimado Presidente de la República Francesa y príncipe de
Andorra:
Después de recibir mi felicitación, por aquellas sus brillantes palabras que tras los atentados de
Aude, reconocían el problema del yihadismo como algo endógeno a su propia patria,
le vuelvo a felicitar por la lección que nos ha dado a todos, al perder medio
minuto de su valioso tiempo y poner en orden la cabeza del tonto del día, que
podría perfectamente representar a los millones de adolescentes que se ya se
han perdido el respeto a ellos mismos y que terminaran convertidos en una
caricatura de hombre de calcetines subidos.
Ni que decir tiene que el protagonista de nuestra parte imbécil de esta historia, no ha oído ni por asomo hablar de Los Luises, de lo que supuso Diderot para su propio país, de quien era Sargón I El Acadio, aunque se atreva a dirigirse a una de las personas más influyentes y poderosas del mundo, con el diminutivo de Manu.
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