Un gobierno cesado por una moción apoyada por terroristas. Una clase política saliente condenada por corrupción sistemática. Tenemos un parlamento bajo mínimos, amparado por unas siglas igualmente corrompidas por el poder del dinero. Malas personas por doquier, traidores e hipócritas, falsos compañeros, esos que metes en tu casa y se llevan la plata y así sucesivamente hasta haber entendido que se ha convertido en tarea muy difícil, encontrar una persona de nivel. ¡Viva la soberbia!
Criticamos a Zidane y lo hacemos también con el francés del Atlético de Madrid, con Cristiano Ronaldo y con Messi, Lopetegui destituido por sus formas y ponemos a Florentino de traidor a España sin mirarnos antes en un espejo y sin saber la mierda que somos ni los pocos principios, que nosotros mismos podemos llegar a tener.
No me gusta Julen y tenía a Luis Rubiales por un señor. Soy madridista y enemigo hasta hoy de Antoine Griezmann. Pensaba que Cristiano Ronaldo era más ambicioso que Mitjatovic y así sucesivamente me avergonzaba y lo sigo haciendo de casi todo lo que me rodea. Pero lo cierto es que desde arriba y hasta abajo, todos somos lo mismo y entre unos y otros se pueden medir diferencias mínimas.
Somos tan gilipollas, que siempre tratamos de ser jueces de aquello que nos rodea. Y mientras, como decía Einstein, los dioses se parten el culo de nosotros. ¡Somos una panda! ¡Yo, el peor!
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