lunes, 30 de marzo de 2020

Coronavirus. Un Cuento de Esperanza y Solidaridad


Decía Alejandro, que el bienestar de todos se esconde detrás de la conducta de cada uno. Tres siglos después, Apuleyo dejaba caer que el ser humano es mortal por serlo, pero que en todo nuestro conjunto, la humanidad es eterna. También encontramos solidaridad en Aristóteles, servir a otros y hacer el bien. Y así sucesivamente y desde hace miles de años, hasta esos que nunca existieron nada más que en la imaginación de los hombres, acuñaron citas que hablan del beneficio que obtenemos a través de la ayuda a los demás, véase Lao Zi.

Siglo XXI, un tiempo al que alguien denominó “El Siglo de la Inteligencia Colectiva” y aquí es cuando tendría que poner el emoticono correspondiente, ese que por ejemplo enseña los dientes y no sabe dónde meterse.

Laboratorios de última generación en donde con gran secretismo nos adelantamos al futuro a través del desarrollo del I+D, los tiempos “del internet”, las redes sociales y los adelantos tecnológicos que dentro de muy poco nos permitirán mover las cosas con solo pensar o incluso volar con nuestras propias alas, esas que no poseemos.

El Siglo de la Inteligencia colectiva. Términos modernos inventados por gurús que sin saber lo que vender, se hacen ricos vendiendo cualquier cosa. ¿Colectivo? Sí. Pero cambiando la inexistente inteligencia de la colectividad, por la solidaridad.

Miles de años de solidaridad. El Terremoto de Lisboa, la inundación del río Amarillo, Haití, el Bhola pakistaní, o cualquier otra catástrofe devenida por la naturaleza o negligencia del hombre, lo digo por las guerras que de las que somos totalmente culpables como “buenos hombres” que somos. La Primera y La Segunda cambiando el orden, las guerras napoleónicas o aquellas de la antigüedad como Las guerras serviles, las púnicas o más de nuestro tiempo la mismísima Reconquista que causó muchos millones de víctimas mortales. Y después, la solidaridad.

¿Inteligencia Colectiva? La sociedad como término que indica colectividad, no suele demostrar inteligencia y ni todo el dinero del mundo puede comprar la paz, más bien todo lo contrario. Pero hoy y por cuarta o quinta vez en estos días que vivimos, me ha tocado emocionarme y volver a llorar con eso que sí es colectivo y que sale a la luz cuando ante las desgracias comunes a todos o incluso mal llamadas ajenas por ser generales, nos ponemos el traje de solidarios y demostramos que ni la naturaleza puede con nosotros.

Hoy escuché un cuento, un cuento que hablaba de solidaridad. Una sencilla historia para niños en el que la solidaridad, llamaba a la esperanza y que describe mejor que cualquier rueda de prensa de cualquier gobierno, la situación que vive el país, el momento que vive Europa y habla de cómo este 2020 pasaremos a los anales de la historia, como el aquel ejemplo en el que la humanidad venció a una pandemia solo con amor. No confundir la sociedad con la humanidad.
Hoy quiero rendir un homenaje a través de un cuento. Hoy quiero acordarme de todos los maestros de este país, de todos los equipos directivos que sin medios y con mucha paciencia dirigen desde casa todos y cada uno de los colegios que siguen abriendo de manera virtual sus puertas y en los que ningún niño se queda sin aprender.

Ángel, Aurora, Amalia, Bea, Carmen, Charli, Cristina, Diego, Esteban, Eva, Isabel, Javi, José, Lidia, Laura, Manuela, las Marías, María José, Mariví, las Martas, Miguel Ángel, Nieves, Sandra, las Silvias, Violeta, Jesús y Ana La Directora, son los maestros del Colegio de Vallecas, Eduardo Rojo. Unos maestros, que en riguroso orden de aparición, salen a representar a todos los colegios de España poniendo la solidaridad y la esperanza en boca de cualquier maestro, estos que junto a sanitarios, policías, militares, transportistas, tenderos y otros muchos grupos, están empujando más que los demás. Y digo bien: 

“Empujando mucho más que los demás”

Un cuento de ESPERANZA y SOLIDARIDAD:






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