Nos han vuelto a engañar.
Imagino que cualquier líder político
que mire hacia nuestra nación y se fije en la composición de nuestro
parlamento, debe pensar que nos la puede meter bien doblada. Parece que eso
es lo que pensó Vladímir Putin, cuando hace unos días y después de enterarse
que Rusia se medía en octavos con España, dijo que lo sentía por los españoles,
porque serían ellos, sí o sí, los que pasarían de ronda. ¿Sabía el líder ruso
algo que los demás no hemos tenido en cuenta? ¿Simplemente vaticinó una
ridiculez que al final se ha convertido en realidad?
Lo que está muy claro, es que existen dos más que posibles
penaltis que en el minuto 114 de partido, negó el árbitro y posteriormente el
VAR. Estoy completamente convencido de que en cualquier otro enfrentamiento, el diagnóstico
habría sido otro que casi con toda probabilidad hubiera cambiado el resultado
final del encuentro.
¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí? Todo en esta vida tiene
un porqué y las cosas siempre pasan por algo. En mi opinión, la eliminación de
España en el Mundial de Rusia tiene varios culpables, pero el primero y
principal es Rubiales. ¿A quién se le ocurre destituir al Mister horas antes de
que comience el Torneo? Rubiales se equivocó con esa decisión, dejando una conjunto desconcertado, que desde el primer momento no ha dado pie con bola.
Otro de los culpables es Lopetegui, porque a un Mundial hay
que llevar a los que mejor lo están haciendo, los que en más forma están y no a
los que ostentan los galones. Tenemos como ejemplo a la mediocre selección
argentina y a su entrenador encubierto. Si no juegan los mejores, lo normal es
perder.
El mejor jugador de la selección rusa, es equiparable al
peor de la segunda liga española. Tanto técnica como físicamente, los rusos están
a mucha distancia del nuestro combinado nacional. Tenemos mejor portero,
mejores centrales, un medio campo de lujo y algunos de los mejores delanteros
del mundo, pero es muy probable que ninguno de ellos haya estado hoy de titular
en el partido por el que anfitriones nos han puesto de patitas en la calle.
Independientemente de todo esto, hemos jugado andando y con
una soberbia y una superioridad que tendría que habernos valido para ganar por
cuatro o cinco goles de diferencia. Aunque normalmente, cuando nos comportamos
de esa manera, el resultado no siempre es el esperado. España se ha merecido
perder, incluso habiendo sido mejor. España no ha merecido pasar la
eliminatoria, porque tenía todo a su favor y ha consentido que un equipo con la
quinta parte de capacidad y sin hacer nada, nos haya dejado cara de tontos.
No hemos dado un ejemplo al resto del mundo. Hoy los
españoles, como ayer los portugueses y los argentinos, hemos seguido a los
prepotentes alemanes a través de la séptima puerta del infierno, que hoy se
encontraba en Luzhniki.
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