lunes, 10 de abril de 2017

Trigesimoctavo Día

Después de cinco horas de pasar miedo, por fin me desperté esta mañana. Eran casi las siete y estaba contento porque toda esa realidad, no era tal. Solo había sido un sueño, el sueño de siempre. No entiendo como después de treinta y siete noches de no recibir la más mínima visita, las mismas que días de no comer absolutamente nada, hemos vuelto a las andadas.

Es posible que haya alcanzado parte del punto de conciencia al que quería llegar. Pero todo el sacrificio de este tiempo y tanto interés como he puesto en llegar hasta aquí, tenía como fin conseguir un arma suficientemente potente como para terminar con la guerra que mantengo conmigo mismo, tantas y tantas noches.

¿Qué ha salido mal? Quiero pensar que nada. Hoy es un día relativamente duro, debido a que esta noche me costará mucho cerrar los ojos y dormir y las horas que me quedan hasta saber si a eso de las tres de la mañana estaré solo o tendré que dar más explicaciones a estos históricos, se pasarán nada más que pensando en ese momento.

En algún momento he pensado que le puedo plantar cara a mi mente y salir airoso, pero de momento solo he aprendido una lección. Y es que solo puedo controlar la situación cuando estoy consciente, pero que todo eso que guardamos un poquito más allá, va a seguir decidiendo por sí mismo y que además, los casi cuarenta días de fortalecimiento mental y de entrenamiento para vencer mi miedo, no son suficientes.


Vendrá un trigesimonoveno, que dará paso al tiempo que Pitágoras y otros estuvieron sin comer y de momento e independientemente de los beneficios físicos, tanto empecinamiento y malos ratos, no han servido de absolutamente nada. En estos momentos solo quiero permanecer despierto y comer o no, es algo que me da exactamente igual. ¡Mal día!

Resultado de imagen de el sexto sentido

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