En ningún momento de la historia, parece quedar más clara,
la razón que llevaba Bernardo en aquel cantar que escribió en la calle de la
Parra, en el que decía que los locos son los de fuera, comparando a los
enfermos de un manicomio con la población “normal”.
En estos días se cumplen varios aniversarios que nos
recuerdan la capacidad del ser humano en cuanto a hacer daño se refiere. Veintidós
años del tiro en la nuca a Gregorio
Ordoñez, diecisiete del atentado que se llevó la vida del Teniente Coronel
Blanco o los cuarenta de los asesinatos de atocha, son ejemplo suficientes para
poder comparar aquellos tiempos con los de ahora y ver que, las fuerzas de
seguridad y servicios de inteligencia de este país, son capaces de erradicar el
terrorismo en cualquiera de sus vertientes. Hay cosas que ya no pasan.
Volviendo a estos días, es raro en el que no hay algún “detalle”
que indica que hay un tipo de terrorismo que tiene como base el odio y que por
mi parte, no veo la manera de terminar con él.
El domingo por la noche, una chica fue literalmente apaleada
en Murcia por un grupo de encapuchados de extrema izquierda. Al parecer, todo
vino porque la víctima de 20 años llevaba una pulsera con la banderita del país
en el que había nacido. Añadir que ya son siete los detenidos, entre los que se encuentra Alejandro Espín Sogo, candidato en la lista por Ganar Cehegín, la marca blanca de IU en las municipales de 2015 en esta localidad, cercana a la ciudad de Murcia.
Independientemente de los detalles de esa agresión, la que
yo consideraría un delito de odio elevado por definición a terrorismo y
equiparable al linchamiento sufrido por la guardia civil en Alsasua hace unas
semanas, cada día estoy más convencido que tenemos un problema que viene dado
por que vivimos en una sociedad llena de tontos.
Entender que hoy en día existen la izquierda o derecha como
bandos enfrentados, mantener gobiernos independentistas en alguna de las
comunidades españolas o levantarse cada día con un Ahora Madrid, dirigiendo los
designios del ayuntamiento de la capital, siendo estos algunos de los cientos
de ejemplos que podríamos poner, solo da a entender que en este país hemos
perdido el rumbo del civismo, toda la educación y sobre todo lo que es más
grave, no nos preocupamos ni lo más mínimo de las generaciones venideras.
Vivimos al lado de una chusma de asociaciones feministas que
solo alzan su voz en función del color político de la víctima, que nada tiene
que decir en relación a la brutal agresión sobre la chica de Murcia y sin ser
la primera vez que esconden la cabeza, todo queda pequeño al lado de la idea
que Pablo Iglesias ha puesto hoy sobre la mesa.
Este individuo, junto a Monedero y Echenique, proponen que
los niños que hayan superado los 14 años de antigüedad sobre la tierra, puedan
ser miembros de la asamblea ciudadana de Podemos. Es curioso el nombre del
documento que recoge esa medida, y es que “Mandar Obedeciendo” es un título que
me recuerda a esos países menos evolucionados en el que el secuestro de menores
de entre diez y doce años está a la orden del día, con el único objetivo de conseguir
niños soldado que pagados con alcohol y prostitutas, nutren los ejércitos de
muchas dictaduras territoriales. No voy a entrar en los detalles de cuál es el
modelo de prostitución local en esas zonas.
A buen entendedor con pocas palabras bastan, pero quizás
solo una sea capaz de describir la enfermedad que vive actualmente la sociedad.
Adoctrinamiento.
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