Muchos años me ha costado convencer a Rafa que existen muchas razones por las que hacer partícipe al mundo de su existencia. Hace mucho tiempo que Rafa me da lecciones y me hace pensar que cada día soy más gilipollas. Uno de tantos de los que, tirando de tópicos, nunca valorará lo suficiente la suerte que tiene.
Hace mucho tiempo que conozco a su madre, una mujer que me enseñó que la fuerza no era lo que hasta ese momento entendía como tal, si no que la fuerza es el amor con el que cada día de su vida desde hace mucho tiempo y casi sin acostarse, se levanta de la cama para dar todo lo que tiene a su hijo. El concepto de altruismo, empatía, egoísmo y otros muchos dejan de significar lo que cualquiera de nosotros entiende, cuando conoces a esta mujer que por supuesto siempre adorna lo guapa que es con una sonrisa.
Hace tres o cuatro años, en una tarde de verano Rafa y su madre estaban sentados en la terraza de un bar. Una aparatosa silla de ruedas ocupaba más espacio del previsto. Las sin alcohol encima de la mesa compensaban ese calor del verano de Torrejón de Ardoz. Antes de que Rafa me llegara a ver desde un lugar abarrotado de gente, emulando a Dios, me puse a dar gritos: “Rafa, levántate y anda”
Con Rafa he aprendido muchas cosas que me ayudan a vivir. Pero también he entendido que las instituciones de este país no nos protegen y que si no eres un ciudadano de primera, estás desprotegido y sin derechos. Rafa tiene mil cosas que contar y más todavía quejas que echar encima de muchas de las personas que han pasado por su vida. Rafa vivió el poco tacto de quien le trató y la despreocupación absoluta de quien se tenía que llamar profesional por sus hechos, además de cobrar por ello.Ni que decir tiene que las ochenta personas que había en ese momento sentadas alrededor de la silla de ruedas con mil botones, sobre la que Rafa se desplaza permanentemente, me miraron y pensaron que yo era cualquier loco sin corazón que no daba más de si mismo. Solamente él y su madre elevaron una carcajada acompañada de la ya manida frase que mi amigo Rafa me planta cada día. ¡ Que Cabrón !
Esta historia se puede plantear de mil formas y maneras. Algo que desde el principio nos pusiera sobre un camino cronológico hasta llegar al día de hoy o más bien, y siendo simpáticos con el significado de la palabra ‘anécdota’ , ir contando sucesos que en forma de desgracias a mis ojos ha ido padeciendo Rafa y su familia. Lo más indignante de todo, es que en la mayoría de las ocasiones y asumiendo lo que la vida les ha deparado, pocas veces ha sido por su culpa.
Poco a poco y según él decida, iremos contando experiencias y anécdotas con el fin de hacer entender que no todos somos iguales. Al final, lo único que pretendemos es demostrar que la mala suerte no se busca pero el ser humano es capaz de conseguir cualquier cosa que se proponga.
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