Siempre nos han contado que desde
Carlos I en adelante, y entre prudentes y piadosos, se dilapidó aquel vasto
imperio que un día formaba parte del territorio español. Todo el mundo sabe que
por culpa del más tonto de los Habsburgo, que hasta después de muerto se
implicaba en problemas, se cedió el Monte Calpe a los británicos y aunque
posteriormente a finales del mismo siglo estuvimos a punto de recuperarlo,
hasta la fecha y entodavía, un territorio que forma parte de la Península Ibérica
sigue siendo británico.
Fenicios, romanos, visigodos y musulmanes
pasaron para no quedarse por la zona más meridional del hoy territorio español
y fueron necesarios veinte mil soldados ingleses y doscientos mil kilos de
plomo para derrotar en 1704 a
quinientos españoles que comandaba Don Diego Salinas. Perdimos Gibraltar debido
a que los británicos, especialistas en anteponer intereses a moralidad,
aprovecharon un momento de descuido para, con dos cojones, quedarse con
lo que no era suyo.
Qué prudencia y moralidad podemos
esperar de un país donde el futuro aspirante al trono que será rey como Jorge
VII si su defunción no lo remedia, desea con toda su alma, palabras textuales:
¡Ser arrojado a la taza del váter dando vueltas en el agua sin hundirme nunca! Al
menos el Rey de España mata elefantes y se junta con monas maduritas a la vez
que soporta al sinvergüenza del Urdangarín.
Viñetas en la historia destacan
la personalidad del caballero y del político inglés. La lectura de la historia
de este imperio nos deja muestras de su más que carente compromiso
social y humano con el resto del mundo.
Clamando al cielo, ejemplos como
el de John Locke que fue uno de los máximos culpables de la compra venta de esclavos
al frente de la Royal Africa
Company. Curioso que en su país representa el liberalismo como paradigma de la
libertad.
Irlanda, Escocia, Argentina,
Egipto, Tonga, Mauricio, Chipre, Malta y cientos, diría yo, de reiteradas y
repetitivas invasiones, definen el egoísmo de la personalidad y frialdad de
estos siempre holligans estudiantes de secundaria que después de cientos
de miles de años siguen sin crecer.
Y qué decir de las gestiones de
los de Vauxhall Cross, aprendices de mi amigo Rolland. ¿Un heredero al trono de
Inglaterra de origen musulmán? Mis más profundas felicitaciones.
Describir la sociedad inglesa no
es fácil. Hipócritas interesados hasta la enfermedad podrían formar parte de
cualquier estudio para determinar qué es lo que no hay que hacer y cuáles son
los principios contrarios a una noble condición humana.
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