Miguel Pedrero Gómez era un desconocido
“escritor” para mí hasta hoy si no hubiera caído en mis manos una no muy
reciente publicación suya. El desconocimiento que este hombre tiene de lo que
habla y unas desconcertantes ganas de trabajar, le llevaron hace un par de años
a redactar una especie de comic en
contra de las cloacas.
Catorce minutos de lectura y sus poco
más de doscientas páginas asimiladas demuestran que este literato sabe de lo
que habla, lo mismo que la humanidad conoce de las profundidades marinas. Es
decir, nada.
He quedado indiferente cuando he leído
las respuestas que en su libro y, a modo de Caballos de Troya, da este hombre a
infinidad de preguntas sobre los engaños desde los entornos de poder. Nada
interesante. Pero hay algo que me ha dejado frío y me ha causado asco y que
tengo que sacar a través de esta entrada. ¿Cómo se puede atrever a decir, que
los que se enfrentan cada día al terrorismo internacional con el coste de sus
vidas incluido, a la vez son los que le financian? En definitiva, un ensayo
sobre la tontería que da protagonismo a un “tonto” que si no deja de serlo, es
porque no le irá muy mal.
Las cloacas. Por norma general, nadie
piensa en ellas. El ciudadano hace un uso constante de las mismas, generando residuos
de toda índole, que por arte de magia, desaparecen sin dejar rastro y no es ni
tan siquiera consciente del coste que supone.
A lo largo de la historia y en todos los
sitios del mundo, los gobiernos, más o menos localizados por extensión, van
cambiando. Las ideas varían de acuerdo a lo contemporáneo del momento y la
ciudadanía se somete a diferentes regímenes que deciden y hacen políticas a
medio plazo. ¿Sería posible gobernar muchos aspectos de la humanidad con
políticas a medio plazo?
Las cloacas son lugares sucios y
malolientes por donde discurre algo tan humano, como es, nuestra propia mierda.
Es nuestra, pero es necesario eliminarla.
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