Desde los tiempos más antiguos, siglos atrás
donde los recuerdos se tornan oscuros. Desde aquellos días que la historia nos
ha manipulado a su antojo en forma de escrituras ya en si mismo corruptas. Desde
el Bajo Egipto, desde los tiempos del Partenón y desde la Roma de Rómulo y Remo
hasta hoy, siempre hemos convivido con la corrupción y así seguirá siendo por
los siglos de los siglos.
Corrupto donde los hubiere, Julio Cesar pasó a
la historia entre sportulas,
proxenetae y coimas, como
un ejemplo de virtud y justicia. El ateniense Demóstenes, aquel “orador
perfecto” que engaño a todo el mundo con el único fin de enriquecer a su propia
persona y más tarde tuvo que huir de su tierra por clara corrupción. Pericles,
contado históricamente como digno y honesto hasta en su relación económica con
Fidias. Estos y muchos más que han escrito la historia a su capricho, acuñaron
la palabra “corrupción” como parte necesaria de la historia de la
humanidad que nos ha sido contada.
Fraudes y sobornos, extorsiones, malversación,
prevaricación, prostitución, drogas, crimen organizado y hasta caciquismo.
Dinero, dinero, dinero. El maldito dinero por el que se aniquila. El deseo de
lo ajeno a veces sin preocuparnos por preservar lo nuestro. Dinero por encima
de sentimientos y de familia. Poder y lujo por encima de educación y futuro. El
ente más miserable, cruel, despiadado y corrupto es el ser humano.
La sociedad entera es siempre cómplice de la
corrupción en el poder. Así lo demostró claramente la triste y vergonzosa
clase de bien alemana, donde todos sus estratos consintieron día tras día el
movimiento que terminó con la vida de millones y millones de personas, y sin
levantarse una voz que englobara a aquellas acomodadas gentes. Médicos,
profesores, científicos, abogados, amas de casa, todos y cada uno de los
alemanes libres callaron y asintieron con la corrupción nazi y todos tendrían
que haber sido juzgados por asesinos.
Cuando militamos o simplemente votamos a
un partido político del color que sea, estamos dando el apoyo al corrupto que
se esconde entre algunos políticos que se dejan la vida en el día a día por su
ciudadanía. Puedo afirmar que conozco políticos honrados, personas que tienen
nombres y apellidos y que figuran a la derecha y a la izquierda, arriba, abajo
y en el centro, entre los verdes y los rosas, pero es triste que la mayoría de
los grandes nombres que llenan los titulares, siempre estén marcados por uno u
otro escándalo de corrupción.
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