INTERECONOMIA

He descubierto una cosa que me resulta curiosa y que cada día me tiene más dependiente. Algunas tardes llego a mi casa después de trabajar como un laborista con poca tendencia al centro y me acomodo en el sofá delante de mi gorda y arcaica televisión.

Tengo ilusión por tener una en estado gaseoso con las partículas ionizadas sin equilibrio electromagnético pero con esa definición me da miedo se me evapore, en el mejor de los casos. Aunque por la descripción de "plasma" estaríamos más cerca de la composición de algunos de los nuevos explosivos de tendencia moderna y también podría explotarle a mis hijos mientras ven Bob Esponja.

Alemania es el segundo país exportador mundial después de China y solo en algún momento superado por Estados Unidos. Desde hace cincuenta años se situó en el primer puesto de la economía europea y tiene por socio principal a Francia y además, es una locomotora.  Y con eso y cuatro recomendaciones sobre inversiones, que siempre van en tendencia contraria a lo que posteriormente hace el mercado, los "intereconómicos taurinos" hacen viable un canal de televisión que sólo sirve para ver la cotización en tiempo real de los mercados mundiales.

Ni que decir tiene que mi televisión de formato 4:3, la que porta un permanente TDT sobre su espalda al estilo "Atlas soportando el mundo", no me muestra ese correr de las cotizaciones por arriba y por abajo ni por mucho que me acerque  a la maravillosa y abombada pantalla.

"Hemos sido capaces de volar como los pájaros, de nadar como los peces, pero no somos capaces de erradicar a los tontos".