...es
indiscutible que una cena de empresa sigue siendo trabajo. Cambiando
el entorno, los atuendos y otra serie de cosas, no cabe la menor duda
de que los asiduos de estos eventos tan esperados durante el año,
tendrían que ser atendidos en los emolumentos pertinentes a
las horas perdidas.
Les miré uno por uno y concretando sus caras, pensé que solamente quince de los dieciocho tenían esa cara a la que Ramón, mi amigo, así se refería.
Las cenas de Navidad tienen consecuencias, e incluso algunos trabajadores compran papeletas y papeletas en dos horas que provocan su posterior despido. Las cañas, el vino y las copas posteriores liberan las ideas y hacen que la húmeda salga a pasear y a su retorno sea demasiado tarde.
Hay cenas que incluso son de obligada asistencia y aunque sería mejor no asistir a ninguna, el ser humano es demasiado idiota para así entenderlo.
Comentan que es positivo porque es la única oportunidad de hablar con el jefe supremo que suele ser otro gilipollas pero de derechas y con dinero, al que el Partido Popular le condenara a realizar un expediente de regulación de empleo. Sacan porcentajes de los daños colaterales que se producen por vía del alcohol. Hablan de los flirteos entre compañeros posteriormente arrepentidos. Algunas acaban a palos.
Las cenas de empresa son una muestra más del comportamiento de nuestra sociedad. En definitiva todos somos como somos, siempre y hagamos lo que hagamos. ¿Lo somos más en las cenas de empresa?
Luego están las cenas de las agrupaciones políticas, de los grupos de gobierno. Es como tener siete cenas juntas en donde el menú es igual para todas y comparten sala aunque si unos cenaran en Crimea y otros en Marambio, no estarían tan lejos.
Esto me lo
contaba hoy mientras observábamos una mesa de dieciocho
comensales a los que él apreció según parece ser
unas caras todas de gilipollas que no parecían las normales y
corrientes de cada jornada normal.
Argumentaba el
tópico ese que es aplicable a muchos ámbitos de la
vida, que dice, hay ciertos días al año en que
aguantamos gustosos, todo y a todos los que no queremos ni ver el
resto del año.
Les miré uno por uno y concretando sus caras, pensé que solamente quince de los dieciocho tenían esa cara a la que Ramón, mi amigo, así se refería.
Desde el
primero de noviembre es Navidad en muchos sitios y ya hace varias
semanas que la lotería se compra de forma compulsiva y las
reservas de este tipo de comidas y cenas cubren las agendas de los
hosteleros. No es posible celebrar todas juntas en el día
anterior a la consabida Nochebuena y pienso que debe de ser duro
celebrar esta gratificante fiesta y después acudir a trabajar
durante días y días antes de coger en alguno casos,
incluso las vacaciones o de cualquier forma y modo soñar esa
noche con lo que nunca llega: el premio gordo de la lotería de
Navidad.
Las cenas de Navidad tienen consecuencias, e incluso algunos trabajadores compran papeletas y papeletas en dos horas que provocan su posterior despido. Las cañas, el vino y las copas posteriores liberan las ideas y hacen que la húmeda salga a pasear y a su retorno sea demasiado tarde.
Hay cenas que incluso son de obligada asistencia y aunque sería mejor no asistir a ninguna, el ser humano es demasiado idiota para así entenderlo.
Me hacen gracia
las recomendaciones de las empresas de trabajo temporal sobre este
tipo de situaciones.
Comentan que es positivo porque es la única oportunidad de hablar con el jefe supremo que suele ser otro gilipollas pero de derechas y con dinero, al que el Partido Popular le condenara a realizar un expediente de regulación de empleo. Sacan porcentajes de los daños colaterales que se producen por vía del alcohol. Hablan de los flirteos entre compañeros posteriormente arrepentidos. Algunas acaban a palos.
Las cenas de empresa son una muestra más del comportamiento de nuestra sociedad. En definitiva todos somos como somos, siempre y hagamos lo que hagamos. ¿Lo somos más en las cenas de empresa?
Luego están las cenas de las agrupaciones políticas, de los grupos de gobierno. Es como tener siete cenas juntas en donde el menú es igual para todas y comparten sala aunque si unos cenaran en Crimea y otros en Marambio, no estarían tan lejos.
..nohe ido a ninguna hace muchos años.
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