La fórmula de apoyar al gobierno sin estar en él, dependiendo de objetivos
concretos tiene historia en Europa. ¡Y Edison inventó la bombilla! O por lo
menos, eso nos han contado.
La izquierda radical no deja de sorprenderme, hasta el punto de que
cualquier pensamiento que se tenga sobre ellos en cuanto a lo que negativamente
representan, se queda corto cuando analizamos los sucesos producidos durante el
fallido intento de investidura de Sánchez como presidente.
Un día antes de la última votación, pensé que por muy poco que ofreciera
el gobierno en funciones a estos chicos representados por Iglesias, siempre
sería suficiente para entender que habiendo leído un poco de la historia de
esta nuestra vieja Europa, aceptarían. Y esto es así, porque se convertirían en
la primera agrupación extremista, en conseguir figurar en un gobierno con un
partido de tradición.
Saltó la sorpresa cuando horas antes de esa última decisión, se filtró
que los fundamentalistas españoles saldrían a sus escaños, para negar cualquier
posibilidad de investidura que a los socialistas se les pudiera pasar por la
cabeza.
Es decir, que ante la posibilidad de formar parte del gobierno de España,
esta gente decide que prefiere seguir haciendo lo que ellos creen es una oposición.
La postura de Pablo Iglesias en relación a la posibilidad de formar
gobierno con Pedro Sánchez, solo demuestra que su partido, del que es dueño y
señor, es un grupo antisistema y está compuesto por antidemócratas que solo
buscan destruir el Estado de Derecho. Este grupo de proetarras e
independentista, no quiere gobernar, no quiere formar parte en la toma de
decisiones que atañen a los españoles, ni quiere defender las ideas sobre las
que hablan a sus votantes desde esos altillos pintados de colores tan opuestos
como son los que representan colectivos LGTB o islamistas. Su concienzudo y
principal dirigente, prefiere seguir vagueando y viviendo a cuerpo de rey,
rodeado de su séquito modo marajá, en lo que más parece la asumida dictadura de
una secta, que un grupo que defiende unas ideas, las que sean.
Una vez más los votantes de podemos pueden estar satisfechos, pues son
quizás ellos quien tienen la culpa. Una culpa no atribuible a su propia moral,
por venir dada por un desconocimiento engañoso, propio de la falta de
información que ofrecen en sus discursos. Unidas Podemos, aunque el nombre es
un poco incongruente, es la mayor estafa política de la historia de este país.
Y con esto no estoy diciendo que no sea necesario un partido de izquierdas que
se plante antes ciertas circunstancias sociales o que defienda lo que otros no
somos o no entendemos que hay que defender. El diálogo y la confrontación
política son cosas necesarias.
Y por último hay que dejar claro que estos chicos de podemos, refiriéndome
a la cúpula y dirigentes, que lejos están de las castas inferiores que no
pinchan ni cortan y apenas se enteran de nada, no son otra cosa que la
representación de aquellos grupos y ligas comunistas revolucionarias, ORT o el
mismo PTE, que muy a la izquierda de un PCE, representaban al verdadero
extremismo. No se trata de hacer políticas, ni tan siquiera cuando nos dan la
oportunidad de formar parte por pequeño que sea. Se trata de destruir el país.
Lo mejor de todo, es que cada día que pasa queda menos para erradicar este tipo
de gente, que está muy lejos de cualquier PSOE o PP.
¡Bendito bipartidismo!