¿Tacticismo o Tactismo?
Pues me parece que ninguna de las
dos.
No es la primera vez que leo
algún texto, donde alguno de los prestigiosos, afamados, ilustres, acreditados,
célebres, renombrados, notorios e insignes, articulistas, editorialistas,
reporteros, comentaristas, cronistas, gacetilleros o incluso periodistas, que también los hay, tratan supongo de describir la forma de hacer de algún
político, dirigente, mandatario o estadista de turno, en cuanto a las
estrategias se refiere, usando la palabra tacticismo o también, baje San Pedro
a verme, con el término tactismo.
Ni que decir tiene que no me
hubieran salido tantas palabras que significaran lo mismo, en un párrafo, si no
hubiera mirado en el siempre necesario diccionario de sinónimos y antónimos.
Tacticismo es algo que
sencillamente no existe. Y que todavía, a ninguno de los miembros, órganos,
piezas, sujetos, individuos, elementos, penes, falos o componentes de la Real
Academia de la Lengua se le ha ocurrido como definición de algo.
Y si no me equivoco, que todo
puede ser… El tactismo es un término que usan los biólogos para definir la
reacción de un organismo frente a un estímulo externo. Por tanto, el uso de
tactismo, estaría más cerca de la respueta que tiene mi mujer en el momento que
la estimulo el clítoris con alguno de mis órganos, apéndices, agregados,
prolongaciones, anexos, alargamientos, miembros, extremidades, cola o rabo (esto pasa por buscar sinónimos) que
de cualquier táctica que usara, use o vaya a usar Pedro Sánchez para seguir en
el camino a lo que debe de entender como su casa. La Moncloa.
No nos extrañemos que dentro de poco hablemos de Geotactismo, Fototactismo o quimiotactismo, dependiendo si después del Comité Federal de los socialistas, actue sobre ellos la gravedad, vean la luz o se envenenen entre unos y otros.
Y poco más que decir. Soy
consciente de que mis textos dejan mucho que desear y que soy capaz de tener todas
las faltas de ortografía que el cielo sea capaz de aguantar. Me cuesta colocar
los signos de puntuación y desde que me abandonó mi corrector, me han ido
cerrando la puerta en alguno de los medios de este país. No puedo extirar más
de lo que ya mi esfuerzo me cuesta y me estoy haciendo viejo, pero tengan
ustedes claro que siempre seré una máquina sexual que genera unos tactismos muy
positivos. Ni que decir tiene que este texto debería de haberlo escrito Anabel Diez, Alfonso Merlos o podría leerse en cualquier editorial de El País.
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