Siempre se ha dicho que la justicia es coja. Pero fue Horacio, el que
usando esa metáfora, aseguraba que eran pocos los criminales que escapaban a
ella.
En mi opinión, no es justo entrar en la cárcel por errores de juventud y aún menos cuando estos son de índole económico. Por otra parte, tampoco debería de estar bien, que en términos generales y tras cometer ciertos delitos, un individuo integrado en la sociedad tenga que ver sesgada su vida con todas las consecuencias que eso conlleva, por la entrada en prisión, por algo que ocurrió hace seis o siete años.
Alejandro fue detenido hace mucho
tiempo y posteriormente juzgado. En la
actualidad ha sido condenado a uno y cuatro años, por estafa y tenencia de
tarjetas de crédito destinadas a su tráfico, respectivamente. Si en ese momento
hubiera ingresado en un centro penitenciario por los delitos juzgados y
tipificados en los artículos 248, 249 y 349 del código penal, no habría pasado
nada.
Por otra parte, estoy totalmente seguro que la situación actual de Alejandro y el camino recorrido desde aquellos hechos hasta hoy, ha sido de una trayectoria normal y ni que decir tiene que, muy probablemente haya conseguido ser un hombre de provecho. Sería muy probable pensar que gracias al sistema jurídico y tras esa detención, Alejandro se haya reconvertido en alguien de provecho y totalmente integrado en el conjunto de la sociedad.
Pensemos también por un momento en los recursos y peticiones de indulto, que siendo necesarios, son usados como arma de las defensas para ralentizar los procesos jurídicos dentro del sistema. Ideas que al final, nos dejan ante un escenario polémico estos días.
¿Es Alejandro un criminal? Se comportó como tal y es muy seguro que si no hubiera sido pillado, en este momento estaría cumpliendo una condena más larga y con apenas garantías de ninguna reinserción.
Cabeza y corazón. Mi corazón se entristece como el de cualquiera, por el hecho que implica que, Alejandro tenga que afrontar cinco años de privación de libertad. Mi cabeza dice que es culpable de varios delitos y debe de pagar por ellos.
Quizás todos tengamos razón. Los que pensamos con el corazón y perdonaríamos el error de juventud del actual preso y también los que con la ley en la mano, entendemos que hay que pagar por los crímenes cometidos.
¿Quién es capaz de juzgar? Solamente los jueces en base a un código. Y no hay otra respuesta, porque lo demás sería demasiado subjetivo y absurdo.
Me ofrezco a cumplir un día de privación de libertad, para que le sea descontado a él. O dos.
(Fotografía. EFE)
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