La nueva Ejecutiva del Partido Socialista
de Madrid que encabeza Sara Hernández, no comulga con Antonio Miguel Carmona y le ha
quitado de estar al frente del grupo en la Capital. ¿No comulga o era algo que,
sin más tenía que pasar?
Los que conocemos lo acontecido
entre los socialistas madrileños en los últimos años y usamos un mínimo la
lógica, sabemos que lo que ha pasado no es ninguna sorpresa y que de alguna
manera es sin duda lo mínimo que iba a suceder.
No hay que entrar en el porqué de
las guerras internas que día tras día se suceden en todos y cada uno de los
partidos que habitan en el territorio nacional. El “Caso Carmona” tiene tintes
y características especiales por la sencilla razón que al protagonista de esta
historia se le dio la oportunidad de integrarse en el grupo de los mejores.
Todavía recuerdo cuando Antonio
Miguel Carmona era respetado, al menos de cara a la galería en lo que ya supone
un lujo en el mundo de la política española. Habrán pasado tres años de
aquellas dos rápidas ensaladas en el VIPS Parque Naciones de la Calle Julián
Romea, un poquito más arriba de la Universidad Juan Pablo CEU donde Carmona enseña.
Eran tiempos en los que Tomás
Gómez Franco y su prepotencia, todavía campaban a sus anchas por Madrid,
pensando que la eternidad existe en este sucio juego de la política, pero
desconociendo que él y todo lo que le apoyaba en ese momento iba a ser carne de
cañón.
En ese momento y delante de la
lechuga romana, los trocitos de pan y el queso parmesano que acompañaban a dos
Coca Colas, por supuesto Light, alguien alabó las virtudes del profesor y tras
escuchar sus legales y normales ambiciones le explicó que, podría ser apoyado
desde la entonces actual cúpula, siempre que lógicamente se desmarcara del
nefasto y autoritario Gómez.
A partir de ese momento y debido
a su respuesta, se pensó que Antonio Miguel Carmona no reunía los requisitos
para con una buena puesta en escena fuera un referente del socialismo a nivel
nacional con incluso posibilidades de llegar hasta lo más alto.
De cualquier manera me tengo que
quitar el sombrero ante la fidelidad y la defensa que Antonio ha mantenido
sobre Tomás incluso cuando fuera del aspecto público no cruzaban palabra.
Y aquí se termina la historia
sobre lo que, como tantas veces pasa pudo ser y no fue, por culpa quizás de
terceros o incluso lo que es no saber, quien es quien en cada momento de la
historia. En algún tipo de escala podríamos
decir que hay dos tipos de personas. Las que viven por encima de la superficie
y las que metafóricamente se mueven también en subterráneos inframundos en los
que se decide absolutamente y sin lugar a dudas, todo. Cuando es blanco y en botella, lo llamamos
leche.
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