Otro año que se acaba y aquí seguimos. Vivos y disfrutando de la maravillosa opción de vida que el creador nos ofreció el día en el cual, sin preguntar, nos trajo al mundo. “Enciendo como la gasolina” cuando escucho este tipo de frases que parecen salidas del manual del conformista, pero lo cierto es que 2014 pasó como un nefasto año para olvidar, que nos ha dejado pocos momentos que merezcan la pena.
Esa afirmación la hago con el pensamiento puesto en la generalidad, porque si escudriño el mío, solamente y en el mejor de los casos me apetecería acostarme para levantarme a comienzos del verano, a ver qué pasa. Creo que de ahí se puede deducir con el ánimo que voy a empezar el 2015.
Políticamente el país ha ido a peor y para colmo, acordándome de las tempestades no como el inicio de las calmas, sino como fruto de la semilla de las mareas, nos han salido unos nuevos directores de orquesta que prometen arreglarlo todo en un periquete, aplicando modelos de gobierno que entremezclan revolución y dictadura y con políticas que prometen. Prometen sacarnos de la OTAN, de Europa y en definitiva, de la circulación. A ver… a ver, ¿A qué país me voy a ir?
En el año que se ha ido han pasado algunas cosas, la cabeza de la monarquía española ha cambiado de nombre, los cristianos tienen un Papa al que le gustan los Tequila e hicimos un glorioso ridículo en el Mundial de Brasil. Y yo me pregunto, ¿Cuál es el hecho más importante de todos?
La muerte se llevó a Sharon y a un Panero, Suarez, Gabo, Alfredo Di Stéfano, Paco de Lucia, la Temple, Frühbeck, Matute, Botín, Cerati y otros pocos les siguieron, pero sinceramente el que más daño me ha hecho que se vaya ha sido alguien al que no tuve el gusto de conocer jamás, pero que solamente de oídas y por alguna razón que yo solo sé, ha quedado marcado para siempre en lo más profundo de mi alma. Ese alguien, hoy está “El cielo de los perros”
Es curioso como el amor decide incluso el momento en el que queremos morir y es curioso cómo se puede sufrir hasta entender que ya estamos todos y es ahora, cuando ya no puedo más. Pero el año que nos ha dejado solo demuestra que el inteligente y evolucionado ser humano se ha perfeccionado en crear pequeñas guerras que dejan gran miseria y muchas muertes olvidando que, la bondad es lo que debería mover al mundo. ¿En qué nos estamos convirtiendo?
Daría lo que fuera porque todos nos fijáramos en cualquier rincón de cualquier hogar donde habita un perro tan especial como al que me refiero y que copiemos el amor que de manera altruista y sin importarle un pimiento recibir nada a cambio da, hasta el punto de que a veces, ese animal descendiente del lobo sigue siendo más importante y tuvo más corazón que la mayoría de las personas que me rodean.
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