Gulag. Junto con una pernera de un pantalón a rayas, una camiseta rota y sin color definido era
su única posesión. Descalzo sobre la nieve, había
llegado a ese punto en que la muerte empezaba a cerrar sus brazos.
Tan solo hacía unos instantes que los temblores habían
parado y el sopor que anticipaba el fin, se empezaba a sentir.
Quedaba un momento de
miradas perdidas. No existía la fuerza necesaria para
concentrar la visión en un punto, pero aquel animal todavía
con unos suspiros que derrochar se aferraba al hilo de vida que le
quedaba.
Amoratado por los golpes
y el frío. Desnutrido y extenuado hasta el último
sentimiento, parsimonia y tranquilidad era lo que ahora ocupaba el
espacio.
Estaba muerto y de
posición erguido anticipó una rodilla sobre un trozo de
bordillo que ganaba espacio al frío. La mano evitó una
contusión más y lentamente lo que solo parecía una
bolsa llena de sueltos huesos termino camino del infierno.
Llego la felicidad. Esa
décima de segundo al final del todo, donde el calor de la
muerte se instala en un cuerpo congelado justo antes de la
última respiración. El hielo paró el corazón
y solo una sonrisa hizo olvidar aquel niño que fue un día. Sentía sus piernas igual que segundos después de la amputación. Murió. Gulag.
http://www.goear.com/listen/2089f93/confortable-entumecimiento-pink-floyd
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