¿Cómo es posible que la banda terrorista vasca pierda unas elecciones este año?
Llevo muchos días diciendo, que estamos ante la
campaña política más inútil que este país ha vivido en toda su historia. Primero
porque nos enfrentamos a las elecciones más claras respecto de lo que va a
pasar, situación extraña en lo que se refiere a los españoles, en el que la
cultura electoral es una de las asignaturas pendientes de la ciudadanía.
Lo que quiero transmitir a quien le interese, es
que la sorpresa que en comicios anteriores podríamos esperar del voto
automático, ese que se reproduce sistemáticamente década tras década y que
quien lo autoriza jamás se preguntó el porqué del mismo, no va a estar en estas
elecciones. ¿Por qué? Porque la campaña se amortizó con la inclusión de
criminales confesos y condenados en las listas electorales y que las instituciones
han hecho legal. En este país, esto es algo tan serio, que lo que el poder ha
consentido es que, ese juicio en el que se tomarán decisiones se traslade a la
calle. Y no tengamos dudas de que la calle condenará a través de la negación
del voto a ciertas siglas políticas.
Y atención a lo que he dicho, ya que me he
referido a negación del voto, sin entrar en el problema que el desconocimiento
del futuro político a través de lo que implica el equivocarse con el voto,
repercute en el propio elector.
La organización criminal vasca pretende dirigir el futuro de los españoles
que a su vez asesinó.
Esta situación no se ha vivido en ningún sitio y en ningún momento de la
historia. Si bien es cierto que por imposición puede haber gobernado quien
antes ha matado, jamás hemos habilitado mediante elecciones a alguien que venía
de hacerlo. Hitler gobernó tras ganar en unas votaciones, pero no venía de
matar alemanes.
No es el momento de criticar a Pedro Sánchez, en
el que muchos vuelcan sus odios. No estamos ante el derecho de acudir en masa a
derrocar a ningún gobierno central. No es el momento ni es legal. Eso ahora no
importa. Y aunque llegará ese momento, en el que a finales de año y a través de
otras elecciones volveremos a ser juez y parte con nuestro voto, ahora toca lo
que toca, que no es otra cosa que contar muertos y contar votos.
Sé que voy por un camino complicado, pero fácil de
entender en cuanto exprese mi opinión. Mi parecer pasa por comprender que
cualquiera que defienda siglas que perpetúen asesinos en nuestra asambleas y
parlamentos, no merecen nuestro respeto, ni por supuesto nuestro voto. ¿Y
entonces que hay que votar? Está muy claro que siempre a la oposición,
entendiendo que esto es un texto que escribo porque me da la gana y con el que
no pretendo nada más que hacer la guerra al terrorismo. Tengo que confesar que
cuando el domingo por la noche terminemos de contar votos, serán las primeras elecciones
de mi historia que me importe realmente la cantidad de votos con el que
honremos a cada uno de los muertos que por culpa del amonal o 9 mm parebellum
tuvimos que enterrar, algunos muy cercanos.
Amortizada. La campaña política está amortizada y ha sido la campaña más aburrida a la que hemos podido asistir. Esto no va de izquierdas ni de derechas, hoy no tenemos que posicionarnos ni arriba ni abajo. Los puntos cardinales dan exactamente igual y solo hay que erradicar el color rojo que tiene la sangre del terrorismo. ¿Rojo?