lunes, 30 de marzo de 2020

Coronavirus. Un Cuento de Esperanza y Solidaridad


Decía Alejandro, que el bienestar de todos se esconde detrás de la conducta de cada uno. Tres siglos después, Apuleyo dejaba caer que el ser humano es mortal por serlo, pero que en todo nuestro conjunto, la humanidad es eterna. También encontramos solidaridad en Aristóteles, servir a otros y hacer el bien. Y así sucesivamente y desde hace miles de años, hasta esos que nunca existieron nada más que en la imaginación de los hombres, acuñaron citas que hablan del beneficio que obtenemos a través de la ayuda a los demás, véase Lao Zi.

Siglo XXI, un tiempo al que alguien denominó “El Siglo de la Inteligencia Colectiva” y aquí es cuando tendría que poner el emoticono correspondiente, ese que por ejemplo enseña los dientes y no sabe dónde meterse.

Laboratorios de última generación en donde con gran secretismo nos adelantamos al futuro a través del desarrollo del I+D, los tiempos “del internet”, las redes sociales y los adelantos tecnológicos que dentro de muy poco nos permitirán mover las cosas con solo pensar o incluso volar con nuestras propias alas, esas que no poseemos.

El Siglo de la Inteligencia colectiva. Términos modernos inventados por gurús que sin saber lo que vender, se hacen ricos vendiendo cualquier cosa. ¿Colectivo? Sí. Pero cambiando la inexistente inteligencia de la colectividad, por la solidaridad.

Miles de años de solidaridad. El Terremoto de Lisboa, la inundación del río Amarillo, Haití, el Bhola pakistaní, o cualquier otra catástrofe devenida por la naturaleza o negligencia del hombre, lo digo por las guerras que de las que somos totalmente culpables como “buenos hombres” que somos. La Primera y La Segunda cambiando el orden, las guerras napoleónicas o aquellas de la antigüedad como Las guerras serviles, las púnicas o más de nuestro tiempo la mismísima Reconquista que causó muchos millones de víctimas mortales. Y después, la solidaridad.

¿Inteligencia Colectiva? La sociedad como término que indica colectividad, no suele demostrar inteligencia y ni todo el dinero del mundo puede comprar la paz, más bien todo lo contrario. Pero hoy y por cuarta o quinta vez en estos días que vivimos, me ha tocado emocionarme y volver a llorar con eso que sí es colectivo y que sale a la luz cuando ante las desgracias comunes a todos o incluso mal llamadas ajenas por ser generales, nos ponemos el traje de solidarios y demostramos que ni la naturaleza puede con nosotros.

Hoy escuché un cuento, un cuento que hablaba de solidaridad. Una sencilla historia para niños en el que la solidaridad, llamaba a la esperanza y que describe mejor que cualquier rueda de prensa de cualquier gobierno, la situación que vive el país, el momento que vive Europa y habla de cómo este 2020 pasaremos a los anales de la historia, como el aquel ejemplo en el que la humanidad venció a una pandemia solo con amor. No confundir la sociedad con la humanidad.
Hoy quiero rendir un homenaje a través de un cuento. Hoy quiero acordarme de todos los maestros de este país, de todos los equipos directivos que sin medios y con mucha paciencia dirigen desde casa todos y cada uno de los colegios que siguen abriendo de manera virtual sus puertas y en los que ningún niño se queda sin aprender.

Ángel, Aurora, Amalia, Bea, Carmen, Charli, Cristina, Diego, Esteban, Eva, Isabel, Javi, José, Lidia, Laura, Manuela, las Marías, María José, Mariví, las Martas, Miguel Ángel, Nieves, Sandra, las Silvias, Violeta, Jesús y Ana La Directora, son los maestros del Colegio de Vallecas, Eduardo Rojo. Unos maestros, que en riguroso orden de aparición, salen a representar a todos los colegios de España poniendo la solidaridad y la esperanza en boca de cualquier maestro, estos que junto a sanitarios, policías, militares, transportistas, tenderos y otros muchos grupos, están empujando más que los demás. Y digo bien: 

“Empujando mucho más que los demás”

Un cuento de ESPERANZA y SOLIDARIDAD:






martes, 24 de marzo de 2020

Coronavirus. Políticos y Plumillas

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Fotografía: Periodista Digital


El Covid-19 es la prueba de que un grupo de tontos con ganas de trabajar
es capaz de extinguir la especie humana.

Lejos de estar en el punto más alto de esta crisis y faltando todavía mucho tiempo para poder esbozar una pequeña sonrisa, superar cifras de tres, cuatro o cinco mil muertos nos debería de hacer pensar sobre todo lo ya reflexionado con anterioridad.
Incertidumbre
Una de las cosas que peor llevan los seres humanos, es la incertidumbre. Pero entre los hábitos que tenemos y parte de lo cotidiano de nuestras vidas, está el acudir constantemente a sistemas de adivinación. Y no me refiero a simples videntes y futurólogos estafadores, sino a otros gremios que mueven muchísimo dinero y que se han convertido en el pan nuestro de cada día. Si nadie puede adivinar el futuro, ¿por qué acudimos a los analistas bursátiles? ¿Y a nuestros médicos? La respuesta es sencilla y recuerdo que en el primer caso y como un juego de niños, lo explicaba un artículo de Expansión de hace un tiempo, al que volveré a acudir.
 “El futuro bursátil tiene alguna relación con el pasado y el presente,  que si podemos conocer más o menos y que los pronósticos tienen alguna relación positiva con la formación y la información de quienes los formulan”.
El segundo caso es todavía más fácil de entender. Un médico no conoce lo que va a pasar mañana, pero después de hacerte una analítica, puede aproximarse a conocer lo que te queda de vida.
Los inversores estadounidenses dicen que da lo mismo invertir siguiendo los consejos de un experto o hacerlo siguiendo a un chimpancé que lanzara unos dardos al azar. ¡Ahí lo dejo!
Un libro muy famoso titulado El cisne negro de Taleb contaba una historia de cisnes y de ahí su título. Durante miles de años los cisnes y como todo el mundo había visto en Europa desde hacía milenios eran unas aves blancas. Y así se creyó, hasta que apareció un cisne negro en Australia. Con esto quiero decir, cualquier cosa que pensemos no puede existir, puede estar. Y que cualquier cosa que estemos seguros no puede suceder, puede ser.
Decía aquel artículo del diario económico y a modo de sorna, que esas mal llamadas paradojas se las deberían de contar a esos que invierten en suelos, pensando que es el último tramo a la baja y que según Eliot toca un cambio de tendencia.
Coronavirus y Hitchcock.
“Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto es el suspense”. ¿Nos suena?
A una semana de acabar este fatídico mes de marzo, momento en el que la sociedad empieza a conocer parte de la verdad en relación a como la Administración Sánchez tenía datos suficientes para valorar y tomar decisiones respecto del coronavirus, ya no podemos decir que este gobierno estaba sentado en un sofá desconociendo que debajo de él había una bomba a punto de explotar.
El día nueve de marzo, Defensa informó a la cúpula del gobierno de la crisis sanitaria que íbamos a sufrir. Teniendo en cuenta que el día anterior se consolidó una de las mayores negligencias que en la historia ha tenido un gobierno español, en forma de manifestación feminista que hoy sabemos ha contribuido criminalmente a elevar de manera muy importante el número de muertos por coronavirus, cualquiera puede concluir que el interés por esa manifestación era mayor que evitar muertes por coronavirus, además de tener dudas sobre si a Defensa se le ordenó retrasar esos informes. ¿Dudas?
Después de lo vivido estos días, de ver tantas declaraciones contradictorias, o escuchar a Fernando Simón y a Pedro Duque meter la pata hasta lo imposible, ¿alguien puede pensar que en el país del maestro Manglano, Perote y Francisco Paesa, las muertes producidas por el coronavirus no tienen responsables? ¿Estamos locos?
Haciendo una cuenta muy básica que no todo político sería capaz de hacer y habiendo superado cuando se lea este texto los cuatro mil muertos por coronavirus, es posible que estemos ante un crecimiento exponencial que situándolo en el veinticinco por ciento diario, nos haga llegar a los diez mil muertos en cinco o seis días y a quince mil en los dos o tres siguientes.
Hoy me acuerdo de Corcuera, un electricista que inventó aquello de la patada en la puerta en sus tiempos de ministro y que vi por última vez hace muchos años en Sevilla. Su prepotencia le hizo hacer el ridículo, cuando amenazó a un policía local que le impedía el paso a él y a su coche a un lugar al que no podía pasar ni él ni su coche, por muy ministro que hubiera sido. El sucesor de Barrionuevo y heredero de los tiempos del GAL, no siendo santo de mi devoción, lo ha clavado cuando entrevistado en un programa de televisión arremetió contra políticos y periodistas en lo que para él es uno de los mayores desastres de vuelvo a decir, la historia moderna de nuestro país.
José Luis manifestaba que el momento actual no permite quitar al gobierno y poner otro. Solo este planteamiento debería de asustarnos hasta niveles inentendible para el ciudadano de calle.
Por otra parte, el exministro se ha dirigido a su entrevistador hablando de una parte de los plumillas de este país, poniendo como ejemplo a Encinas, Escolar, Cintora, Mestres y en especial Elisa Beni, queriendo decir algo que todos pensamos y que pasa por su contribución a las muertes por coronavirus. ¡Así de rotundo!
¿Cuántos asistentes a la manifestación feminista del ocho de marzo han fallecido por coronavirus? ¿Cuántos de esos luchadores han contagiado a otros que cuentan sus últimas horas en una unidad de cuidados intensivos? Es un simple ejemplo, porque evidentemente, no todos los muertos se cuentan a partir de una u otra reunión más o menos masiva y también tiene que ver el proceso epidemiológico en sí mismo entre otras cosas. Pero la sociedad debería de analizar en manos de quien estamos, qué intereses mueven a muchos de estos mal llamados profesionales de la comunicación, quien los paga y a donde nos quieren llevar. Todo el mundo tiene derecho a manifestarse para defender lo que crea conveniente, pero no cuando la consecuencia puede generar muerte.
En definitiva, lo más consecuente es pensar que somos nosotros, los que estamos sentados sobre un maravilloso sofá y sabiendo nuestro gobierno que debajo tenemos una bomba a punto de estallar, no ha sido capaz de avisarnos para que en el peor de los casos solo hubiéramos salido heridos por metralla. ¡La metralla si hubiera sido aceptable!

Be You. Emilio Ortiz lo ha Vuelto a Hacer

 














Be You


Sin mostrar ningún síntoma de fatiga y una vez más, nuestro Ángel particular, ese que nació para cuidar a los demás, sacrificando lo que nunca podremos llegar a contar para y por dedicarse a nosotros, lo ha vuelto a hacer.

Be You. El proyecto estrella, a través del cual Emilio Ortiz y su equipo van a hacer frente a las adicciones de nuestros actuales adolescentes.

Fue hace unos días en una abarrotada sala de Covibar, en Rivas. Emilio, Lola Sánchez y Rocio Marín, ponían en marcha Be You, un proyecto dirigido a adolescentes y familiares destinado a prevenir, informando sobre lo que significa la drogodependencia.

Francisco Buyo, once años titular en la portería del Real Madrid, David Valera, fundador de Proyecto Perrutis y Juan Carlos Hervás, director del Instituto Profesor Julio Pérez de Rivas, fueron los padrinos en este acto y acompañaron a los verdaderos protagonistas, Emilo, su equipo y muchas familias en lo que supone el principio de un camino que ilusiona y que literalmente conseguirá sacar a muchos chavales y sus familias de la más absoluta miseria.

Be You, abre sus puertas según explicaba Rivas Actual en su noticia del pasado día 4, en un local del Centro Cívico Covibar y se define como un espacio de orientación y acompañamiento para adolescentes y jóvenes, así como para sus familias. Ortiz, terapeuta titulado por Proyecto Hombre y especialista en drogodependencias, explicó al medio de Rivas: «Llevo seis años en los parques de Rivas, en terrazas de bares, y no puede ser que los chavales o sus familias, que pasan por problemas durísimos, expriman sus sentimientos en esos sitios, sino que deben hacerlo en un espacio en el que se sientan cómodos». «Ahora puedo hacer esa labor con calidad. Pero yo solo no puedo, porque cada vez me llaman más personas; por eso he contado con Rocío y con Lola, dos jóvenes con vocación», indicó Ortiz. El propósito de Be You es «informar, asesorar y acompañar a familias que atraviesan una situación complicada y dolorosa» como consecuencia de drogodependencias u otras adicciones, como las redes sociales o el juego, «que pueden ser igual de peligrosas».

Decía Iosu Expósito, lider de la famosa banda de rock Eskorbuto, que drogarse es igual que jugar a la ruleta rusa con un revolver y seis balas. Iosu murió después de cumplir los 31 años en Baracaldo.

Especial mención para Alejandro Moreno, agente de la Policía Judicial del puesto de Guardia Civil de Rivas, que omití en la primera versión de esta información. ¡Lo siento!


https://www.rivasactual.com/se-presenta-beyou-una-iniciativa-para-atender-y-acompanar-a-quienes-tienen-problemas-de-adicciones/






domingo, 22 de marzo de 2020

Coronavirus. Un Epidemiólogo Español en Hollywood. (FN)


Fernando Simón no participó este sábado en la rueda de prensa diaria que en nombre del gobierno acostumbran a realizar los responsables técnicos y sanitarios.

Simón, todavía director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias mostró síntomas de coronavirus este viernes, según se dijo en la rueda de prensa, y no fue sino hasta pocos minutos de comenzar la transmisión que se tuvo noticia de su diagnóstico negativo. Este diagnóstico y lo público del mismo, ha puesto de manifiesto la realidad por la que atraviesa el científico, que no es otra que la más que confirmada contratación del mismo para continuar con la saga de cinematográfica, El Señor de los Anillos.

Hemos podido saber que por indicación de Peter Jackson, han sido abogados de la distribuidora New Line Cinema, los encargados de localizar al español en su domicilio, lo que ha supuesto un cambio en la vida de Simón, al que han ofrecido una cantidad de dinero importante por protagonizar la cuarta parte que daría continuación a La Trilogía, que hasta la fecha ha recaudado más de 3000 millones de dólares.

Esta contratación fue la única condición que Jackson, director de las tres partes anteriores exigió, ya que aunque la idea de continuar con las aventuras de Frodo era algo que el Peter tenía en mente, las pruebas de actores que hasta ahora se habían realizado, habían quedado desiertas pues nadie reunía unas condiciones físicas parecidas a las requeridas para cubrir al famoso actor británico Iam Holm, que por su avanzada edad no podía hacer de un Bilbo Bolsom en el estado que el momento de la película requería.

Una suerte por otra parte para el epidemiólogo español, ya que es de todos sabido que tras la crisis sanitaria que se vive en España y debido a sus gestiones y la supuesta ocultación de datos, será despedido de manera inminente en cualquier momento.

Fernando que se encuentra en su domicilio de Zaragoza, espera contento y muy tranquilo, sobre todo al conocer su negativo en Covid-19 y según ha declarado por teléfono a sus familiares más cercanos, espera que pronto pase el periodo de cuarentena y así poder viajar a Los Ángeles para firmar con la distribuidora.

Jackson comunicó por medio de su representante, que Fernando Simón podría empezar a rodar a mediados de Diciembre en el Desierto de Rangipo.

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viernes, 20 de marzo de 2020

Coronavirus. Seremos Diferentes


Seremos diferentes.

Dentro de días, semanas o incluso meses y cuando podamos hablar del estado de emergencia sanitaria actual como un hecho pasado, recordando con tristeza y apatía lo vivido, seremos diferentes.

Seremos muy diferentes.

Vivimos días difíciles. Días complicados, incomprensibles. ¿Quién nos lo iba a decir? Con lo fácil que es anticiparse a los hechos, ni las mejores vías de información, ni las más poderosas fuentes habrían podido anticiparse a lo que la sociedad española está viviendo. Pasamos un verano tranquilo en el que celebrábamos diez años del último atentado de ETA. Todavía más de aquellos doscientos muertos de los trenes y aunque más cercanos, en la mente quedan todavía más lejos las Ramblas de hace tres años. Pocos somos los que conocemos los últimos golpes yihadistas en Sudán o los cuarenta muertos en Kabul de hace diez días.

Vivíamos tranquilos, asumiendo la historia sin darnos cuenta y pensando en nosotros mismos, disfrutando de esas insípidas conversaciones, siempre las mismas y que aburren a los muertos. La sociedad vivía en su rutina, en esa maravillosa apatía bien entendida. Vivíamos en los bares, íbamos a los teatros y nuestro problema era conseguir cuatro abonos para ver a cualquier millonario insolidario dar patadas a una mierda de balón, una reserva en el Chacabuco, perder el tiempo mirando a los nuevos nacidos, discutir a la misma hora y con la misma persona. La sociedad y sus hábitos, la gente y su rutina, la bendita rutina. ¡Éramos felices!

Seguirá siendo un misterio y estará lejos. En ese momento en que nos alejemos de La Era del Coronavirus, habremos dejado de ser nosotros. ¡Claro que si! Seremos más fuertes y estaremos preparados al menos para esperar lo siguiente que nos venga, pero seremos diferentes y sobre todo, seremos otros. No estaremos todos, por mis cuentas ya me faltan diez, en los metafóricamente diez metros de alrededor. Faltarán muchos de nuestros abuelos algunos de nuestros padres, amigos e hijos que no habremos podido enterrar, que se habrán ido sin despedirse a los que no habremos podido llorar.

Si la muerte es dura para la mayoría de las personas, me pregunto cómo vamos a digerir lo que nos están haciendo, lo que nos han provocado. Me pregunto cómo podremos perdonar y si también vamos a olvidar volviendo a nuestras rutinas y sintiendo solo alivio por el fin del proceso que llegará y que hoy vivimos. Seremos diferentes porque nos olvidaremos de nosotros mismo y de lo que vivimos en estos fatídicos días.

La sociedad vivía a su manera de siempre. El odio y la envidia son las principales características que nos marcan a cada uno de nosotros. El mal ajeno es muchas veces más que un juego, más que un comentario, más que un pasatiempo. ¡Es un deseo! Somos capaces de unirnos a las malas y en los peores momentos, pero estoy completamente convencido, porque lo he vivido decenas de veces, que todos volveremos a mirar para otro lado. Seremos diferentes pero no volveremos a poner música en las terrazas ni aplaudiremos al sanitario, al policía o al tendero. Seremos diferentes porque a partir de este momento huiremos de ciertos contactos, porque dejaremos de abrazarnos y evitaremos chocar los cinco. Seremos diferentes porque lo que nos están haciendo es  lo más grave que una sociedad moderna puede vivir. Seremos diferentes porque nos están obligando a volvernos de otra manera, porque quien tiene que cuidar de nosotros, no nos ha cuidado y nos ha dejado solos. Seremos diferentes porque los chinos no serán igual para nosotros, porque los españoles seremos los nuevos apestados del planeta.

Seremos diferentes porque ni nosotros mismos hemos sido capaces de protegernos.

Seremos diferentes.

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jueves, 19 de marzo de 2020

Coronavirus. Daños Colaterales


No tengo miedo a morir, pero me jodería que me mataran. (Juanan, Marzo 2020)


Pues esto es ni más ni menos lo que estoy seguro que piensan muchos españoles, haciéndolo extensible a lo que significan nuestros padres y abuelos para nosotros. Es natural que entierre a mis padres y mucho más normal que tenga que asistir a los funerales de mis abuelos, pero esa forma tan natural de enfrentarse a la vida, jamás se tendría que ver adulterada por la negligencia de nadie.

No me creo diferente a nadie a excepción de las muchas veces que cada día, me tengo que enfrentar, coincidir o cruzar con alguien que pertenece a la especie de los imbéciles, que lejos de estar en peligro de extinción y para nuestra desgracia, prolifera tan rápido como cualquier otra epidemia. Pero a momentos, hay que ver y sobre todo sentir un poquito más allá y ser lo más justo posible, cuando nos enfrentamos a situaciones como la que vivimos en la actualidad.

Evitar muertes es lo prioritario por encima de todas las cosas y sobre todo, ese interés debe de primar por encima de cualquier aspecto negativo de índole económica. Dicho esto, no podemos dejar de pensar el término colateral como una realidad, pero no en este caso. Hay que aclarar que víctimas colaterales no son el grupo de muertos que genera un gobierno por una negligencia, como con la que el gobierno está hoy en día arrasando a la población geriátrica. Una víctima colateral es el pago que hacemos como administración en una situación muy comprometida, con una única y consensuada finalidad, que no es otra que salvar otras vidas o la estabilidad de cierto tipo de sistemas u organismos.

Avanzando más en el término colateral, tengo que decir algo que no todo lector va a entender y que está relacionado con las víctimas que la banda terrorista ETA dejó en España sobre todo desde los años en que teníamos una capacidad clara de erradicarla. El muerto del 2010, los tres del año anterior, los cuatro de 2008 y los creo tres que nos hicieron en el 2007 y los dos de 2006, son víctimas colaterales por ser totalmente evitables a la vez que necesarias, entendiendo el término necesarias, dentro del discurso de la poliorcética, ya que no podría pronunciarse en ninguna otra conversación. Nunca hay víctimas necesarias. De esto habrá algún día un libro que si nadie se atreve a escribir, lo tendré que hacer yo. ¡Para eso quedan 20 años, suponiendo que me haga falta mucho dinero!

Los muertos de la actual crisis del coronavirus son evitables desde cualquier punto de vista, cuando hablamos de la capacidad de convocatoria tiene cualquier gobierno, siempre por la vía de la imposición, por ser esta la única manera de contener y erradicar, lo que sea, con las menores muertes posibles.

Por tanto, queda claro, el porque vamos a morir cuatro o cinco veces los que en el mejor escenario posible y con las mejores medidas de contención tomadas por un hipotético perfecto gobierno, se producirían. Levantemos la mano y entendamos la humanidad y el error intrínseco a cualquiera, que como persona desempeña sus funciones en el puesto de poder. ¿Podríamos incluso así salvar a la mitad de los que vamos a enterrar?

Después de todo esto y con un gobierno mediocre que tome medidas tardías y ramplonas, que se encuentra visiblemente asesorado por individuos de medio pelo sin conocimiento de causa, todavía nos queda entrar en la negligencia de los grupos de poder. Manifestaciones y mítines, Izquierda y Derecha, feminismo frente a lo más clásico, PSOE, UP, VOX, todos son culpables de cada una de las muertes producidas en el país por el coronavirus. Y son culpables y siempre lo serán por una sencilla razón, que todos vamos a entender y que pasa por que nunca sabremos qué hubiera pasado si no se hubieran producido esas reuniones masivas, otras menos conocidas, si se hubieran tomado medidas diez días antes y cuando ya se tenía todo el conocimiento del estado del virus y lo podíamos comparar con el recorrido que artificialmente somos capaces de crear como guerra biológica y programada y un largo etcétera de cosas no hechas, de ordenes no dadas y lo mejor de todo, es que se han hecho - dejado de hacer - a la vez que se ha sacado pecho.

La Justicia Divina debería de encausar a todos y cada uno de los políticos, epidemiólogos y periodistas que han tomado medidas o han incitado al odio, por encima de la vida de todos nosotros.

Y repito que no tengo miedo a morir, me da exactamente igual que sea hoy que mañana. Sufriré el día que tenga que enterrar a mis padres y solo aceptaría que me matara la propia muerte de uno de mis hijos, pero que me maten por cualquier otra causa, me jodería.

viernes, 13 de marzo de 2020

¿Eugenesia Programada?

Una vez más, España e independientemente del gobierno de turno vuelve a gestionar un problema de estado, de la peor manera posible. El de turno y el que toca, porque cualquier gobierno actual lo hubiera hecho de la misma manera. ¡De la peor que puede existir!

El desconocimiento, la cobardía y la negligencia son palabras que describen y amparan el modelo de eugenesia con el que muchos de los actuales gobiernos mundiales, se han plantado ante la crisis sanitaria que estamos viviendo. Y como no podía ser menos, la Administración Sánchez se une a lo que podría describirse como un control poblacional.

Los informes científicos especifican que las medidas de contención deberían de haber sido implantadas hace muchos días y que esa contención solo se lograría y así se plantea, con la declaración de estados de excepción por comunidades y dependiendo de las características del territorio y la expansión del virus en cuestión.

Horas y horas de televisión dedicadas a hacer política explicando necesarias medidas económicas, que no sirven para contener un virus y que no se erradica inyectando dinero a los mercados. Las medidas de protección económica deben de ir encaminadas a facilitar la interposición de barreras de contención y no a quitarle votos al político de enfrente. ¡Hoy eso da igual!

El mundo y en concreto España, va a pasar a la historia por esta crisis de la manera más lamentable posible. España y el gobierno actual, este que ahora nos ha tocado sufrir será el ejecutivo que erradicó a nuestros  abuelos de la faz de la tierra. El gobierno tiene que ser consciente que lo único que separa la cifra actual de muertos con los miles que quedan por llegar, es el tiempo. El gobierno de España no comprende que mil millones de euros en recursos sanitarios, es menos efectivo en la contención de una epidemia que una multa de diez mil euros al que salga del territorio en el que se le diga tiene que estar. Sánchez y sus ministros se implican en problemas secundarios que a golpe de decreto dejan las vergüenzas al descubierto en forma de incapacidad e irracionalidad, para seguir con los aeropuertos, las estaciones y las carreteras abiertas al contagio.

Existe un enfrentamiento entre la comunidad científica y los gobiernos. Los gobiernos no hacen caso, los gobiernos tienen miedo, los gobiernos están erradicando al sector denominado muy mayor que pertenece a la población geriátrica que se encuentra a partir de los ochenta años. Y los medios de comunicación no lo dicen, lo esconden, no lo saben, no lo cuentan.

Erradicaremos el coronavirus, conviviremos con el como con otros muchos y en relativamente poco tiempo, la población se convertirá en inmune a él. Pero mientras eso llega, estamos asistiendo a una de las peores gestiones de la historia en la que los gobiernos mundiales podrían estar atentando directamente contra la especie humana.

La eugenesia es un modo de atención social a la que la compete mejorar la especia. No me gustaría que la población pensara en el coronavirus como un modo de eugenesia programada, pero por la respuesta de este y el resto de gobiernos, es lo que podría parecer.





martes, 10 de marzo de 2020

Coronavirus. ¡Señores, esto es una Gripe!


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Un imbécil es un ser irracional que sin mucho esfuerzo y de manera permanente, muestra una falta de juicio escandalosa. Pero por encima de esta fácil definición, se encontraría otra que definiría al imbécil de grado superlativo, refiriéndonos a uno tan sumamente irracional y con tal falta de juicio, que es capaz de ejercer de científico, microbiólogo, galeno o de incluso político, cagarla estrepitosamente y no despeinarse ni lo más mínimo.

Soy un enamorado de gente, entendiendo esto desde el punto de vista humanístico y social. Me encanta pensar en la evolución del ser humano en su labor de adaptación al medio. Estudiar, o sencillamente jugar a visualizar las diferentes estructuras sociales y en su diversidad, es apasionante. Pero lo que es realmente divertido, es pensar en los imbéciles y valorar sus actuaciones.

Según pone en los libros, existen cuarenta especies de coronavirus y hasta ahora muy poca información sobre el modo de transmisión o la gravedad que puede alcanzar el elemento contagiado y eso que algunos de estos virus que toman su nombre por su terminación en puntas a modo de corona, llevan conviviendo con nosotros más de cinco mil años.

Científicos de todo el mundo, nos han explicado que este tipo de virus se contagia especialmente rápido y que por tanto tiene la capacidad de poder convertirse en pandemia. Gobiernos de todo el mundo cierran colegios, parques y centros de mayores. Se suspenden ligas y eventos deportivos. Hay contrataciones especiales en cuanto a médicos se refiere y la población sufre una psicosis transitoria y por otra parte normal, cuando piensa en el problema de abastecimiento derivado de esta situación, entre otras muchas cosas. Y frente al coronavirus, el imbécil.

¡Señores, esto es una gripe! Ese grito que podríamos denominar de guerra, lo leí hace unas pocas horas en un correo electrónico dirigido a cualquier institución y es un ejemplo de la operativa del imbécil superlativo al que me refería en el primer párrafo. Este tipo de imbécil del que el planeta está inundado, asoma la cabeza en este también, tipo de ocasiones, asumiendo sus virtudes y manifestando su implacable imbecilidad, sin importarle el ridículo tan espantoso que le implicaría no salir a la calle por el resto de su vida. ¡Pero como es imbécil!

Cuántos más médicos, biólogos y científicos, piensan en como erradicar una enfermedad poco conocida, el imbécil se lanza al abismo y se atreve a diagnosticar como una gripe, lo que miles y miles de entendidos no saben que es. Me gustaría identificar a la persona de este caso concreto, con el único fin de solicitarle una fotografía dedicada y así guardarla como el oro en un paño, ya que este tipo de actitudes es quizás la muestra más importante de la diversidad social que por sustenta el planeta. ¡Lo que viene a ser, un buen ejemplar de imbécil!

Por mi parte solo una o dos cosas más. A veces las decisiones difíciles de tomar, pero curiosamente y dedicado a este tipo de imbéciles, tengo que decir que aunque no siempre bien impuesta y acertada, la jerarquía que se impone en el orden social, implica que es normalmente el que más sabe el que decide e impone unas normas que el imbécil debe de aceptar sin pensar, aun a su disgusto. Por eso existen presidentes de gobierno, ministros, vicealcaldes y en general mandatarios que sin llegar a llamarse Trump o Montero, ya piensan por usted. ¡Señores, esto es un imbécil!

Ahora solo queda que alguien responda a este artículo, con otro titulado: ¡Señores, esto es un prepotente, totalmente carente de humildad!